Sound of Freedom, propaganda de ultraderecha en pantalla grande

La derecha de Estados Unidos (EEUU), y los sectores más reaccionarios de la política de ese país, se vale de cualquier medio para captar adeptos y, a la vez, atacar a los grupos denominados progresistas, socialistas, o simplemente a líderes políticos que luchan por la igualdad y contra el sistema capitalista. Sin dudarlo, estos sectores activan campañas de desprestigio, mentiras y manipulaciones que buscan dañar la imagen de voceros y movimientos considerados de izquierda, aunque estos no lo sean.

Las matrices de ataques se registran comúnmente en medios corporativos, redes digitales y cine. Sobre este último, Hollywood ha servido por décadas como instrumento de batalla ideológica, sin embargo, el caso de la película Sound of Freedom (traducida como Sonido de Libertad) sale de esta agenda propagandística y recae en una categoría superior de manipulación y de objetivo a atacar.

La cinta, un thriller de suspenso y acción dirigida por el mexicano Alejandro Monteverde narra la presunta historia “real” del ex agente de Seguridad Nacional estadounidense, Tim Ballard, encarnado por Jim Caviezel, quien se apuntó a una misión para rescatar a niños secuestrados por una red internacional de pedofilia que opera en la selva colombiana.

Cualquier espectador apegado a valores como el respeto, la vida y a la integridad de los seres humanos – y más hacia una población vulnerable como lo son los infantes- estará a favor de desmantelar una red pedófila, y por ende, apoyará el mensaje superficial de la película.

Sin embargo, el objetivo del filme va mucho más allá. Y es que varios críticos han catalogado a Sound of Freedom como un mensaje que busca convalidar la teoría conspirativa Qanon; lograr que el público común de varias partes del mundo se sume a luchar en contra del “totalitarismo comunista” que presuntamente está gestando “una mafia internacional de pederastas izquierdistas adoradores de Satán”.

Delirio anónimo

Qanon nació en octubre del 2017 en el conocido foro 4Chan, un rincón digital de amantes del anime y otros temas. En este espacio, un usuario anónimo que se hizo llamar Q (de ahí su nombre, Qanon) alertó sobre una supuesta investigación que develaba que los integrantes del Partido Demócrata – entre ellos a Hillary Clinton- dirigían una red internacional de satanistas que se dedicaban a traficar menores, no sin antes sexualizarlos a través de la inexistente “teoría de género”.

El usuario Q decía tener documentos ultra secretos gubernamentales como prueba, que nunca publicó. Este foro fue creciendo y cada vez se añadían teorías conspiratorias inverosímiles con las que se buscan dañar tanto a la derecha tradicional – que es vista por el Partido Republicano y grupos extremistas de odio como supuestos “izquierdistas y comunistas”- como a aquellos movimientos estadounidenses, y mundiales, que luchan en contra de los males capitalistas, y, a su vez, abogan por la igualdad de género, aborto seguro, van contra el racismo, venta indiscriminada de armas y alertan sobre el calentamiento global.

También son señaladas como “enemigas de la humanidad y de la familia tradicional”, instituciones y agencias internacionales tachadas de “globalistas” como la Organización de Naciones Unidas -específicamente la Agenda 2030- y sus entes afiliados, tales como Organización Mundial de la Salud, que hace recomendaciones – y no “imposiciones”- a gobiernos sobre el uso de vacunas. Es por ello que en Qanon hacen vida grupos ultraconservadores y fanáticos cristianos que subestiman las alertas ambientales, están contra las vacunas y esgrimen discursos homofóbicos, racistas y contra la migración.

Foto: Anthony Crider

Objetivo Hollywood

Los seguidores de esta teoría conspirativa también han centrado en sus ataques a la industria de Hollywood – a la que catalogan de “woke”-, que tradicionalmente ha sido racista y excluyente, y que desde hace unos años para acá – tanto los estudios como el sistema de premiación (Oscar, Globos de Oro, Emmy y Grammy)- ha comenzado a visibilizar aun más a las mujeres y minorías, todo por razones meramente mercantilistas.

El fin último de esta “élite”, según denuncian los seguidores de Qanon, es la erradicación de la “familia tradicional” y la imposición de un presunto totalitarismo que contravenga los “valores cristianos”, bajo una “degradación social” que lleva, a su vez, a la “erradicación de la humanidad”.

La mayoría de los creyentes de esta disparatada teoría vive en el llamado Círculo Bíblico de EEUU, región sureña que alberga a los estados más conservadores del país norteamericano, precisamente esos en donde el Partido Republicano consigue más seguidores, muchos de ellos amantes de las armas. Aunque están delimitados a esta zona geográfica, gracias a las redes digitales (especialmente Twitter, manejado por Elon Musk, otro seguidor de Qanon) los creyentes han ido creciendo y ahora se ven en varias partes del mundo. Incluso hay seguidores que no comparten todas las posturas de Qanon sino partes de estas falsas teorías.

Así, algunos pueden ser afrodescendientes pero estar en contra de la migración, o fijar posturas contradictorias como padecer de enfermedades crónicas y condenar a las vacunas. El éxito de esta campaña ha sido enorme, que incluso se han registrado movimientos pro LGBT+ y supuestos “socialistas” en puntos fuera de EEUU que creen estas absurdas teorías.

La desbordada irracionalidad de este movimiento ha provocado que corporaciones tradicionalmente de derechas, como cadena de medios, agencias de noticias y redes digitales, les retiren el apoyo.

En sus cinco años de existencia, varios creyentes de Qanon ya han cometido decenas de crímenes de odio, tanto dentro como fuera de EEUU.

“Batallones” de esta fuerza conspiranoica fueron protagonistas durante el asalto, con armas, al Capitolio registrado en enero del 2021, y sus seguidores fuera de EEUU también lideraron ataques violentos en contra de instalaciones de Poderes Públicos en otras naciones, tal y como pasó en Brasil recientemente. Grupos armados pro Jair Bolsonaro – mucho de ellos seguidores de Qanon- arremetieron con pistolas contra el Palacio del Planalto (sede el Ejecutivo), el Congreso y el Supremo Tribunal Federal en Brasilia.

“Experiencia repugnante”

Tras su estreno en salas de cine, el pasado 4 de julio, The Washington Post y la revista Rolling Stone criticaron a Sound of Freedom y la catalogaron como una película propagandística de los conspiracionistas.

La obra es una “experiencia repugnante que fetichiza la tortura de los niños”, y tiene capacidad para envenenar a los espectadores que la verán como “un golpe en el corazón del Hollywood ‘woke’, ese nido de iniquidad que la pasó por alto y que cobija presuntamente a sus villanos”, dice la revista musical, citada por 20Minutos.

Por su parte, The Washington Post pone en duda la Operación Tren Subterráneo liderada por Ballard, años atrás, para rescatar a los niños del tráfico sexual presuntamente narrado en la producción. De igual forma, rebate la afirmación del exagente de seguridad, quien denunció que 10.000 niños entran a EEUU al año bajo la modalidad de contrabando para fines sexuales. El activista llegó a trabajar para el gobierno de Donald Trump, uno de los líderes más admirado por los creyentes de Qanon, y quien, mientras estuvo en la Casa Blanca, no condenó abiertamente las acciones violentas del grupo, sino que más bien las apoyó.

El rotativo estadounidense también recordó que Qanon promovió en 2021 una teoría conspirativa que responsabilizaba a un fabricante de muebles de vender piezas con infantes dentro. Sobre esto, Ballard dijo en un video en Twitter, en aquella oportunidad, que iría tras esta red. Con el pasar del tiempo, y tras investigaciones minuciosas se comprobó que todo era falso y que esta fantasía fue más bien un elemento distractorio frente a otras indagaciones en este tipo de crímenes.

Otra pieza clave detrás de Sound of Freedom es el actor y activista de ultraderecha mexicano Eduardo Verástegui, quien funge como productor. Durante varios años, Verástegui se ha encargado de difundir, a través de otras películas y cortos, mensajes anti abortos y que buscan preservar a la “familia tradicional”, en un claro rechazo a los derechos de las comunidades sexodiversas. Asimismo, el actor está asociado a la secta de ultraderecha El Yunque, organización sectaria, conservadora y criminal que extiende sus ramas a Chile – con José Antonio Kast-, y a España con el partido VOX.

A pesar de tambalearse en argumentos, la cinta, producida por Angel Studios, una corporación que se dedica a promover “valores cristianos”, y por campañas de colectas virales, recaudó 14,2 millones de dólares en su primer fin de semana. Un elemento fundamental de este éxito fue el apoyo que recibió del magnate cinematográfico y ultraconservador Mel Gibson.

Ciertamente existen redes de tráfico sexual infantil y otros crímenes que violan los derechos humanos. También operan en la sombra organizaciones que buscan dañar a los más vulnerables, y combatirlas debe ser el objetivo de todo Estado y agencias internacionales. Sin embargo, enfocarse en teorías conspiratorias por apoyar inconscientemente a ultraderechisas, como sucede con Qanon, solo incentiva en el ser humano antivalores que más bien se buscan erradicar, como el odio, la segregación, discriminación y frustración. Está en manos de los pueblos y gobiernos del mundo en difundir, entre los más jóvenes, mensajes edificantes y críticos que ayude a diferenciar de una teoría sin fundamentos emanada por estos sectores, a un mensaje que apele a la verdad y al bien común.

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