La secta neoconservadora mexicana que busca «acabar» con la izquierda en la región

Con el transcurrir de los años, y con el surgimiento de fuentes de información y de conocimiento científico, el conservadurismo en la sociedad fue perdiendo fuerza y adeptos. Sin embargo, esta corriente se niega a morir y, durante muchas décadas, sus líderes y partidos políticos se han adaptado a los nuevos tiempos. Así han desarrollado nuevas técnicas de captación y engaño para preservar el poder e implementar, desde el Estado, lo que ellos llaman esquemas “tradicionales familiares”, que no son más que políticas homofóbicas, en contra de la migración, anticomunistas y contrarias al aborto.

Una de las organizaciones ultraconservadoras que registra un auge, y representa un peligro para la soberanía de los pueblos en la región es El Yunque, movimiento sectario católico con fines políticos nacido en Puebla, México, en 1953. Aunque su campo de acción era, en un principio, en dicho país, en los recientes años ha tratado de expandirse por toda América Latina, teniendo éxito en Chile, con el Partido Republicano (PR); y en España, de la mano con la organización ultraderechista VOX.

El objetivo último de El Yunque es instaurar el “Reino de Cristo en la Tierra” y, bajo ese pretexto, socavar avances sociales como el matrimonio igualitario y la lucha por la igualdad de género. De igual forma, buscan frenar lo que ellos denominan “la amenaza comunista”, que en realidad son nuevas conquistas sociales en la región, bajo gobiernos de izquierda o progresistas.

Aunque El Yunque pase desapercibido – ya que se trata de un grupo pequeño de élite en las sombras pero con alta influencia y que estructura organizaciones fachadas con otros nombres- investigaciones periodísticas han revelado su origen, cómo opera y sus tentáculos. Uno de estos investigadores es el periodista mexicano Álvaro Delgado Gómez, quien publicó en el 2003 el libro El Yunque, la ultraderecha en el poder, que le valió varios premios y reconocimientos, y a la vez amenazas de muerte.

En su escrito, Alvarado precisa que el fundador de esta secta fue el ingeniero Ramón Plata Moreno. Para 1953, Moreno asumió la tarea de conformar a un grupo de élite con el beneplácito de sacerdotes jesuítas preocupados por la supuesta “infiltración comunista” en la Universidad Autónoma del Estado de Puebla, refiere una nota de Resumen Latinoamericano.

El encargo de esta organización es acabar, por todos los medios posibles, con la “conspiración masónica-judeo-comunista”, y “ordenar el Estado para instaurar la Ciudad de Dios conforme al Evangelio”, dice el libro.

La verdadera raíz de la molestia de los creyentes conservadores es la pérdida del control de los espacios educativos que ellos venían dirigiendo desde hace 400 años. Para ostentar más espacios, los religiosos junto con la derecha conservadora de esa región optaron por fundar la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, hervidero del pensamiento tradicional reaccionario, junto a la Universidad Autónoma de Guadalajara, cuna de la red de espionaje “Los Tecos”, asociación secreta virulentamente anticomunista y antisemita.

Acecho desde la sombra

En el artículo Contra el «allendismo». Las derechas mexicanas y su apoyo al golpe de Estado en Chile, el analista Carlos López de la Torre -además de indagar la admiración de la derecha del país azteca hacia el dictador Augusto Pinochet (1973-1990)-, explica el funcionamiento de El Yunque y su proceso de consolidación.

Esta organización conservadora “ideó un extremo programa de disciplina que fuera capaz de forjar a los nuevos cruzados, entre los que se encontraron varios militantes del Partido de Acción Nacional (PAN). Para lograr sus cometidos, la organización debía pasar desapercibida ante los ojos del gobierno y la sociedad”. Para tal fin, El Yunque constituyó agrupaciones de estudiantes con ideales anticomunistas totalmente hermética y secreta. Bajo este adoctrinamiento conservador a los alumnos se les exigía total “fidelidad a Cristo” – por encima de sus familiares-, reserva y sumisión con el pretexto de “disciplina”.

A fin de mantenerse en secreto, “desarrollaron una estructura piramidal de células autónomas. Se conformaron pequeños grupos de militantes que no se conocían entre sí, lo que evitaba la delación de los compañeros en caso de ser interrogados, y que periódicamente recibían instrucciones de la dirigencia”, narra el analista en su investigación.

Añade de la Torre que “no cualquiera podía entrar a la organización (…) había que cumplir cierto perfil para ser yunque, como profesar el catolicismo y pertenecer a un estrato socioeconómico medio alto. Esta estructura escalonada le permitió a El Yunque maniobrarse por completo desde las sombras, hasta que fue descubierto por los servicios de inteligencia del gobierno en 1975”.

El cénit de esta secta, ocurrió en el gobierno de Vicente Fox (2000-2006) y, en menor grado, durante la era de Felipe Calderón (2006-2012), ambos del conservador PAN. Ahora, en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, los agentes de El Yunque – que no dan la cara- han activado una guerra mediática y en redes para desprestigiar al mandatario de Morena.

Oligarquía chilena, nueva aliada

De la Torre advierte que a los integrantes de El Yunque “se les adoctrinó dentro de una concepción integrista del catolicismo, buscando fomentar el odio al marxismo y al judaísmo, antítesis del cristianismo”. “Bajo el temor de que México pudiera convertirse en otra Cuba – prosigue en su artículo- El Yunque inspiró una admiración por el franquismo que después se trasladó a las dictaduras militares del Cono Sur, entre ellas la de Pinochet, por ser combatientes de las ideologías de izquierda y el comunismo ateo”. De esta forma, la organización, además de promover desde la clandestinidad manifestaciones a favor de Pinochet, estrechó sus primeros lazos con la ultraderecha chilena, representada hoy en el PR de José Antonio Kast.

En otro artículo, publicado en El Mostrador- y firmado por Silva Peña-, se señala como líder de El Yunque en Chile al empresario Eduardo Armando Guerrero Núñez, “emprendedor” muy allegado a Kast, tan así que incluso le redactó el programa económico durante la ultima campaña presidencial en la que salió derrotado.

Por discreción, Guerrero actúa bajo el alias de Jaime Moro y mantiene fuertes vínculos con otros sectores ultraconservadores aliados de Kast y con la directiva de El Yunque en México.

A mediados de los años 2000 – indica El Mostrador-, la secta comenzó a operar en territorio chileno con la organización Muévete Chile, una agrupación de corte conservador que luego mutó a HazteOír Chile, otra célula conocida por sus ofensivas maneras de protestar a favor de “los valores tradicionales”.

A diferencia de México, El Yunque en Chile, así como en España, no están vinculados necesariamente a la iglesia católica, aunque sí mantienen fuertes vínculos con la alta jerarquía eclesiástica, indica Peña.

El accionar de El Yunque es actuar con sigilo, para tratar de asegurar su supervivencia. Así, asegura Delgado Gómez, José Antonio Kast es cercano a ellos, pero no militante. “Es un poco como Fox en México: un empresario muy católico. Ese tipo de personajes son a los que los líderes de El Yunque se aproximan para formar parte de su círculo íntimo y a partir de eso obtener avances políticos, ideológicos, económicos. Aunque el líder no sea de ellos, la organización los manipula. En España, Santiago Abascal Conde, líder de VOX, no es un miembro de El Yunque y eso no importa, porque hay personas cercanas a él que sí lo son. Esa es su lógica”, afirma el periodista mexicano, citado por El Mostrador.

Iniciación abusiva

En varios medios de comunicación se relata testimonios desgarradores y las graves consecuencias de exintegrantes de El Yunque. El País de España – medio conservador- decidió publicar uno de estos aberrantes relatos que detalla, de forma muy explícita, sobre los pasos que deben seguir los jóvenes captados para ser miembros plenos yunques. Estos rituales son lascivos y muchos de ellos son violaciones a los Derechos Humanos.

El español Diego Gil (no es su nombre real) contó al referido medio que fue captado cuando apenas tenía 11 años de edad. En una primera etapa – en la que formó parte de una secta preliminar llamada La Pre- recibió fuertes golpes. “Allí fue donde me pusieron una golpiza, donde me enseñaron a usar un arma, donde me enseñaron a torturar”, cuenta, citado por El País.

Una vez dentro de la secta, a Gil lo abusaron psicológicamente, tanto así que los líderes conservadores lo convirtieron en “una máquina de guerra”. “La conclusión a la que llegué después de ocho años fue que lo que hacen contigo es abusar de tu mente. Te convierten en una máquina de guerra. Yo era una máquina de guerra que en nombre de Cristo podía hacer cualquier cosa. Hice cosas terribles. Cuando sales descubres que eres víctima y te descubres como una persona abusada, porque eso somos los orgánicos [como le llaman a los militantes], somos personas abusadas por una institución perversa”, añade.

Para poder estar plenamente dentro de El Yunque, Gil tuvo pasar por un acto de iniciación copiado de otro que data del siglo XIX. “Es un curso en el que medio te secuestran, te mandan a un lugar, te ponen unas golpizas, no te dejan dormir, no comes, no tomas agua. De repente te apuntan con la pistola en la frente simulando que son enemigos de la organización”, relata el exintegrante de la secta, quien añade que una vez dentro le instruían a agredir a los considerados enemigos del grupo, como líderes socialistas, agrupaciones LGBTQI+ y organizaciones pro-abortos, a cuyos miembros espiaban y seguían. “Nunca me tocó que pidieran matar personas, ni torturar. Pero en otras épocas esas cosas sí pasaban”, cuenta.

Ya siendo miembro pleno, Gil refiere que pasó al ala más radical: una organización fachada denominada Los Cruzados del Cristo de Rey, que llegó a contar con el apoyo del Vaticano y que sigue activa en México.

Otro testimonio de una exaspirante a yunque, y reseñado en El Mostrador, narra que muchos candidatos son entrenados para agredir físicamente a militantes y asistentes a marchas de actividades que ellos denominan progresistas.

Las reuniones de iniciación “se comienzan con una oración. Los estudiantes/aspirantes deben llevar una pauta de los temas sociales y políticos que pueden estar afectando los valores que defiende la organización. Por ejemplo, alguien puede señalar que pronto se desarrollará la marcha por el orgullo gay. Y entonces se decide el plan a seguir para denunciar esa actividad. Puede ser repartir volantes, pegar stickers contrarios, protestar, acudir con banderas (…) En general son acciones pacíficas. En otras partes, como en México, se va al choque, a los golpes, y parte de la estrategia es ir a pelear, de ahí esa denominación de mitad monjes, mitad guerreros”, cuenta la chica víctima.

Peligrosa mutación

Muchos analistas consideran que esta organización está cada vez menos en la clandestinidad, debido a que ha sido blanco de varias investigaciones periodísticas que la ponen en el foco público. Sin embargo, también alegan que El Yunque orquesta otras organizaciones fachadas con las que romantizan su talante ultraconservador muy parecido a los neonazis, lo que ha facilitado una mayor aceptación social. Compaginan con movimientos neofascistas, enmarcados en el “antiglobalismo”.

Julián Cruzalta, académico de la cátedra UNESCO de Derechos Humanos de la Universidad Nacional Autónoma de México, advierte que “El Yunque no ha desaparecido, sino que se ha transformado”, cita El País. La imagen que dan ahora, dice Cruzalta, “es de jóvenes modernos con un alto nivel académico que se camuflan en diversas instituciones y asociaciones”.

Pero esto no debe confundir a los pueblos, el objetivo del conservadurismo – específicamente de esta secta- sigue siendo la lucha para hacer retroceder importantes avances en América Latina y El Caribe en materia de derechos sociales, tales como el matrimonio igualitario, la igualdad de género y un aborto libre para todas.

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