El 19 de febrero pasado, el presidente venezolano, Nicolás Maduro, posteó en sus redes un video que data del 26 de abril del 2002. El material es un extracto de un programa televisivo en el que siendo diputado, Maduro alertaba sobre las formas de violencia política de la derecha; y, como militante revolucionario, llamaba e insistía en el diálogo con todos los sectores para solventar las diferencias, con el fin de dejar atrás la polarización inducida por los grandes medios. La grabación fue luego de 15 días de haberse asestado un golpe de Estado en contra del entonces presidente, Hugo Chávez, por parte de los dueños de medios, la cúpula de la iglesia Católica y los dueños de empresas privadas del país agrupados en Fedecamaras.
“Hay que comenzar a promover respeto y valores de paz que puedan acercar las posiciones”, decía Maduro ante un conmovido país que había padecido de una arremetida contra su democracia. “El primer paso es sanar las heridas, tener una actitud nueva frente al adversario, y tiene que comenzarse por promover los valores de la paz y de la reconciliación, los valores que han unido a los venezolanos por siglos”, añadió el hoy presidente.
Los valores que resaltaba Maduro en aquella oportunidad no son más que la palabra, el diálogo y la negociación ante toda pretensión de la derecha de imponer su voluntad por la vía de la violencia, tal y como pasó aquel 11 de abril de 2002. Se trata de la reconciliación y del respeto, que son insignias características del pueblo venezolano, y que a lo largo de estos últimos 25 años así lo ha demostrado.
Chávez ferviente creyente de la palabra
En 1998, en plena efervescencia política, el entonces candidato Chávez, que venía de recorrer el país, consideraba que para dejar atrás el viejo Estado neoliberal – que sucumbió a la mitad de la población en la pobreza, según datos oficiales- era necesaria refundar a la Patria, y para tal efecto presentó como propuesta una Asamblea Nacional Constituyente que generara una nueva Carta Magna. Para concretar dicho objetivo, Chávez planteó un novedoso espacio de debate verdaderamente incluyente en la que estuvieran representados todos los sectores de la nación, incluyendo a los opositores. Así, una vez logrado el triunfo electoral – con 56.20% de los votos- Chávez puso en marcha su proyecto político y logró sentar las bases para conformar una asamblea en donde, por medio del diálogo y el debate, se ideó unos de los textos fundamentales más avanzados de la región.
No obstante, frente aquel gran debate, aparecieron los sectores reaccionarios, quienes agrupados en una minoría y con dominio del sector económico y de los medios de comunicación, activaron campañas de desinformación y convocaron a la violencia política en las calles.
Sin embargo, la mayoría del pueblo eligió a sus asambleístas constituyentes en julio de 1999 y en diciembre de ese año, el proyecto de nueva Constitución recibió un abrumador 71.78 % de apoyo.
Aquella noche, en medio de la atención que prestaba a los afectados por el deslave en el entonces estado Vargas, Chávez llamó a la reflexión y al diálogo a esa minoría que votó por la opción “No”. “Fue un porcentaje bajo pero importante, porque un venezolano para mí es importante. Un hombre, una mujer que esté confundido, que lo hayan confundido con tanta campaña sucia, con tanta tergiversación; un joven venezolano que haya votado ‘No’, un hombre venezolano, una mujer venezolana honesta, que hay muchos, yo les hago un llamado, no sigan o no permitan que los sigan confundiendo, no permitan que les sigan perturbando su visión, su capacidad de análisis”, dijo el comandante.
“Dense cuenta que la inmensa mayoría de los venezolanos, 71% de los que fueron a votar, aprobamos, sin duda y de manera abrumadora, esta nueva Constitución. Leanla, si no lo han hecho, con calma, sin apasionamiento, con objetividad, analícenla en familia. Estoy hablándole a ese millón y tanto de personas que votaron por el ‘No’ y estoy asumiendo su honestidad. Estoy creyendo en ellos, estoy creyendo en ustedes los que votaron por el ‘No’, un millón y tanto de personas; estoy creyendo en su buena fe y los estoy llamando a que reflexionen, a que recapaciten. Los estoy llamando a que se incorporen todos al inmenso esfuerzo que comienza esta misma noche”, agregó el mandatario.
Aunque la invitación del líder revolucionario fue a la capacitación, inclusión y diálogo, estos sectores siguieron apostando a la guerra mediática y a la violencia para deponer, por vías ilegales al Gobierno.
Tras el triunfo electoral en las megaelecciones del año 2000, en las que el 59.7 % de los votantes ratificó a Chávez en el poder, el comandante llamó nuevamente a esa oposición subordinada a agendas de EEUU a dejar a un lado esos intereses foráneos, la violencia y el irrespeto a las leyes, y les convocó a abocarse al trabajo conjunto con el pueblo.
La noche del 30 de julio del 2000, tras conocerse el primer boletín electoral de su segunda victoria, Chávez expresó: “Me voy a dirigir desde el Balcón Soberano del Pueblo, especialmente a quienes me adversan. Especialmente a quienes sin descanso y sin clemencia durante año y medio han estado tratando de evitar, por diversos medios, que triunfe el proceso revolucionario. Yo les voy a hacer un llamado a todos, a que pongamos desde hoy la buena voluntad; que pongamos desde hoy lo mejor de nosotros mismos. Llamo a todos los venezolanos de buena voluntad, a la unión, al trabajo. Sólo unidos podremos recuperar a Venezuela”.
Ante la multitud, Chávez exhortó a todos, sin distinción, a deponer los intereses subalternos y colocar por encima de todo el interés nacional.
A pesar de la derrota y el rechazo de la mayoría de los venezolanos a sus planes violentos, estos sectores reaccionarios, tutelados desde la Casa Blanca, acrecentaron aún más las matrices mediáticas en contra del Gobierno Bolivariano, y pusieron en marcha una feroz guerra, con propaganda engañosa, para captar adeptos. Bajo este nuevo esquema violento de ataque, la derecha esgrimió discursos fascistas en contra del pueblo chavista y puso en el blanco a la Ley Habilitante, un conjunto de 49 normas que tocaban fuertes intereses oligárquicos, como la erradicación del latifundio y del método de arrastre para la pesca. De igual forma, se impuso el 51 % de participación estatal en la constitución de empresas mixtas en el sector petrolero, así como el aumento en 30 % de tributación a trasnacionales en el área de hidrocarburos.
Igual que en años anteriores, en 2001, la derecha, que agrupaba a partidos tradicionales, empresarios, alta jerarquía de la iglesia y dueños de canales de televisión, pateó una vez más las propuestas de diálogo de Chávez y comenzó a paralizar ilegalmente al sector comercial del país con el fin de afectar a la economía. En abril del 2002, estas fracciones, junto a militares desleales, asestaron el golpe; y luego de su derrota, volvieron a reincidir por la vía violenta hasta desembocar en el paro petrolero entre diciembre de 2002 y enero de 2003, que, además de configurar todo un fracaso, generó 20 mil millones de dólares en pérdidas al pueblo y hundió el PIB en 20 puntos.
“Los saboteadores, que tanto daño le han hecho a la Patria, que tanto daño le han hecho al pueblo venezolano, cuando pararon (…) no lograron sus objetivos. Le hicieron mucho daño a la República cuando sabotearon la producción petrolera, en el mes de diciembre, y eso tenemos que recordarlo para llenarnos de conciencia de que estamos en un momento sumamente difícil. Pero hemos pasado por momentos muy difíciles, este no es el primero, y vendrán momentos también muy difíciles, este tampoco será el último. Pero así como hemos superado todos los momentos de dificultades, este también lo superaremos y todos los que vengan en adelante también los superaremos, porque somos somos un pueblo guerrero, aguerrido; somos un pueblo combativo y combatiente, somos un pueblo en revolución”, llegó a decir Chávez el 20 de febrero del 2003, a pocos días de haberse derrotado el saboteo de la derecha.
“Por eso repito el llamado a todo el pueblo venezolano, ante las dificultades unión, unión y más unión; y trabajo, y trabajo y más trabajo para superar las dificultades. Resistencia, coraje y ofensiva”, agregó el líder revolucionario a la par que llamó a estos sectores, nuevamente, a la reflexión.
La palabra del pueblo por encima de todo
Para aquel entonces también se instaló una mesa de diálogo, moderada por el ex secretario de la Organización de Estados Americanos (OEA), César Gaviria. La propuesta de la oposición radical – subyugada a EEUU- fue un simple chantaje: la continuación de la violencia saboteo y planes desestabilizadores o la derogación de las leyes habilitantes. No obstante, las negociaciones llevaron a este sector por la vía democrática e intentaron recabar firmas para activar el referéndum revocatorio contra el Presidente, figura contemplada en la Constitución que atacaron en 1999. Todo el camino condujo a la consulta el 15 de agosto de 2004, en la que Chávez volvió a ganar con el 59.1 % de los votos.
Las bases eleccionarias para dicho proceso fueron debatidas y consultadas entre los políticos que apoyaban las dos opciones. Los promotores -que incluyó la oposición radical y golpista- y el Consejo Nacional Electoral, acordaron, en un amplio diálogo, los métodos de verificación, así como el cronograma electoral.
Tras conocerse los resultados, la oposición cantó fraude sin presentar pruebas, y contraviniendo todos los informes de auditorías, inclusive del Centro Carter, que ratificaron la transparencia del proceso. Frente a ello, Chávez reafirmó su talante dialogante y expresó, el 20 de agosto de ese año: “Yo convoco al país, al país honesto, serio, al país trabajador, al país que estudia, al país que piensa, a todos ustedes (…) Bienvenidos, aquí están estas manos, aquí está este corazón, aquí está esta voluntad (…) a los más enconados adversarios que he tenido les tiendo mi mano, vamos a construir un país”.
Derrotada y desmotivada, la derecha participó en las elecciones regionales en octubre de 2004; y luego de otro revés (el chavismo obtuvo el 58.31% de los votos, frente al 39.32% de la oposición), los líderes políticos derechistas – siguiendo instrucciones de EEUU- decidieron sabotear los comicios parlamentarios de diciembre del 2005, al atacar la credibilidad del CNE. En esta línea, retiraron a sus aspirantes a última hora. El costo a esta decisión fue alto, ya que incrementó el divisionismo entre líderes opositores y la desmovilización entre la militancia, lo que condujo a la dinamitación a su poca credibilidad ante los venezolanos.
Aunque la derecha intentó levantar los ánimos entre sus seguidores para derrocar electoralmente a la Revolución en las presidenciales del 2006, Chávez obtuvo un aplastante 62.84 % de apoyo. “La victoria que hemos obtenido no tiene comparación en nuestra historia”, dijo el Presidente reelecto esa noche desde el Balcón del Pueblo. “Les felicito pueblo venezolano, por la demostración una vez más de civismo, de republicanismo democrático, de compromiso con la democracia Bolivariana y con la Constitución que nos dimos (…) y a quienes votaron por otra opción también tienen mi reconocimiento por su demostración democrática. Nos parece positivo que las fuerzas de la oposición se olviden y, ojalá que para siempre, de las trochas cortas, de las emboscadas traicioneras y que se sumen al proceso de la construcción de la Venezuela nueva”, agregó.
Y aunque Chávez persistió en el diálogo, estas fracciones continuaron apostando a la vía violenta, al convocar las llamadas guarimbas en las calles, activar saboteos eléctricos, a promover la inflación inducida, así como orquestar conspiraciones contra el mandatario; planes todos que fueron desarticulados.
En medio de todo esto, el Gobierno venía trabajando en la inversión social que abarcó las áreas de salud, educación, científica, artísticas, defensa y vivienda. La pobreza ha venido descendiendo del 49% en el primer semestre de 1998 al 27,4 % de hogares venezolanos en el 2011. El porcentaje de hogares en pobreza extrema por este método también ha disminuido de 21 a 7,3% entre los primeros semestres de 1998 y 2011.
A la par, el gobierno seguía apostando al trabajo conjunto con el sector empresarial privado, y líderes opositores. “Mi llamado es al diálogo y se lo digo a los dirigentes de la oposición y al país en conjunto a los trabajadores, a los empresarios, a los intelectuales, a los jóvenes estudiantes, mi llamado siempre ha sido auténtico y lo hemos demostrado”, expresó Chávez en 2011.
“Nosotros queremos hacer juego político. Nosotros tenemos que abonar el cambio de lo político y eso implica confrontación de ideas, que deben estar enmarcadas en unas normas, como el béisbol está enmarcado en unas normas”, añadió, durante una entrevista televisiva con José Vicente Rangel, en la que recordó que ese equilibrio lo rompieron los dirigentes de la derecha el 11 de abril del 2002.
Diálogo constituyente
Con el triunfo electoral del actual mandatario Nicolás Maduro, el 15 de abril del 2013, luego de la partida física del comandante Chávez, el nuevo Presidente reafirmó el talante dialogante del Gobierno Bolivariano. “Vamos a trabajar juntos por la democracia verdadera. Los invito a todos y a todas. Aquí no habrá pacto de élites; diálogo bolivariano, sí”, dijo Maduro.
El actual mandatario ha mantenido esta premisa a pesar del feroz asedio nunca antes visto en la historia reciente republicana del país: Guerra económica, bloqueo imperial que se expresa en 930 mal llamadas “sanciones” por parte de EEUU, confiscación de bienes de los venezolanos en el exterior, sabotaje al mercado internacional de crudo, persecución penal internacional contra líderes políticos, intentos de invasión, y planes magnicidas ideados desde Bogotá y Miami, e imposición de un gobierno paralelo.
A su vez, la derecha atizó a sus seguidores a salir a las calles en dos oportunidades – 2014 y 2017- para “manifestar” en contra del Gobierno. Durante estas jornadas, grupos terroristas asediaron y atacaron instalaciones de salud y escuelas con personas adentro; destruyeron inmobiliario público y privado y llegaron a quemar vivas a personas por solo parecer chavistas. El saldo, entre ambos espirales violentos, fue de 167 muertos y pérdidas mil millonarias.
En febrero de 2014, en medio de la violencia política de la derecha, Maduro invitó al Palacio de Miraflores a voceros de la oposición a un amplio diálogo, una actividad que se transmitió en cadena nacional y se extendió hasta altas horas de la madrugada. En ese encuentro se acordó la instalación de una mesa de diálogo político liderada por el entonces vicepresidente Jorge Arreaza, en representación del Gobierno nacional, y Ramón Guillermo Aveledo, en representación de sectores opositores. Sin embargo, la derecha decidió, una vez más, retirarse de esta instancia.
En 2015, luego de un esquema de desabastecimiento instaurado y promovido por el sector privado que provocó un descontento general que catalizó el triunfo de la derecha en las elecciones parlamentarias en diciembre. Inmediatamente, el presidente Maduro reconoció los resultados y, ante el país, llamó una vez más a este sector a trabajar en conjunto, por lo que le extendió la invitación a formar parte de la Comisión de la Verdad, Justicia, Paz y reparación de las víctimas y al Consejo Nacional de Economía Productiva. No obstante, la derecha omitió esta exhortación y prosiguió con una agenda golpista al intentar deponer a Maduro desde el Legislativo, lo que terminó en conducir a la Asamblea Nacional al desacato a la Carta Magna.
Al año siguiente, las gestiones entre el Gobierno y ese sector opositor conllevaron a una mesa de diálogo en República Dominicana que estuvo acompañada por el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero (España), Martín Torrijos (Panamá) y Leonel Fernández (República Dominicana). También, intervino el Vaticano y Unasur. Sin embargo, esta instancia no avanzó.
En mayo de 2017, el presidente Maduro convoca al poder Constituyente para instalar una nueva Asamblea Nacional Constituyente y así poner fin al espiral violento opositor. Las bases eleccionarias para esta nueva instancia convocaban a todos los sectores del país sin exclusión, como en 1999. Sin embargo, EEUU ordenó a la derecha tradicional a no participar, lo que volvió a generar un descontento entre la militancia opositora, sumado al fracaso por las falsas expectativas sembradas.
Por solicitud de esta oposición, en septiembre de ese año se concretaron acercamientos en Santo Domingo, República Dominicana entre representantes del Gobierno y la derecha para iniciar otro ciclo de conversaciones que se extendió hasta diciembre. Además de la nación caribeña, cuatro países más siguieron el proceso: México, Chile, Bolivia y Nicaragua.
El 23 de diciembre de ese año, la Comisión de la Verdad anunció medidas sustitutivas de libertad para 80 involucrados en hechos delictivos durante las guarimbas de 2014 y 2017, atendiendo otra petición de la derecha.
A principios de 2018, se planteó la posibilidad de firmar en la capital dominicana un acuerdo, pero la delegación opositora, liderada por Julio Borges, decidió no rubricarlo tras recibir una llamada desde los EEUU.
En mayo de ese año se convocan a elecciones presidenciales, y para tal proceso participó un sector opositor que se desvinculó de la derecha tradicional, como forma de hastío a la sumisión estadounidense y ante sus constantes fracasos políticos.
Diálogo que tributa al crecimiento
Luego del triunfo electoral de Maduro, el presidente reelecto convocó una vez más a un amplio diálogo con toda la nación, invitación que no dejó por fuera a la derecha tradicional.
Entra tanto, la oposición activó ese año un nuevo esquema de agresión denominado “gobierno interino”, con el que se abrió el camino a la expoliación de activos en el exterior, como las subsidiarias Citgo, valorada en 12.000 millones de dólares, y Monómeros, empresa de agroquímicos que funciona en Colombia. A pesar de ello, se inicia en Noruega una fase exploratoria para entablar un diálogo con este sector.
Sin embargo, frente al recrudecimiento de EEUU al bloqueo contra Venezuela, el gobierno decide retirarse de la mesa. En contraste, representantes estatales concretan acuerdos con la fracción democrática opositora, y logran revisar las causas de detención de personas vinculadas a la violencia política, la defensa de la Guayana Esequiba, la exigencia del fin de las sanciones, la optimización de garantías electorales, el canje de petróleo por alimentos, la elección de un nuevo parlamento, entre otros puntos de interés nacional.
Ante la pandemia del COVID19, el Gobierno Bolivariano logra instaurar una comisión presidencial que, sustentada en el diálogo, acuerdo y negociación con sectores de la derecha y organismos internacionales, consiguió avances notables en la contención de la enfermedad.
A finales de 2020 se realizan las elecciones parlamentarias y el 5 de enero se instala el nuevo Parlamento de mayoría chavista, luego de que la militancia opositora radical – agrupada en el G4- no participara e interpusiera en sus medios y redes matrices falsas que intentaron mellar la credibilidad del CNE. En el seno de esa nueva Asamblea Nacional también se promovió un amplio diálogo con todos los sectores del país.
En vista del aislamiento político, representantes del G4 anunciaron su disposición de dialogar con el Gobierno Bolivariano, ante lo cual el jefe de Estado propuso como condición que dicha fracción abandone el camino de la violencia, reconociera a la Constitución y al Estado de derecho vigente, y el regreso a los venezolanos de sus activos robados.
El 13 de agosto de ese año, el diálogo dio frutos expresados en acuerdos que tributaron en trabajar sobre una agenda centrada en derechos políticos y garantías electorales, el levantamiento de las mal llamadas sanciones y respeto al Estado Constitucional de Derecho. También ambas partes pactaron en México abordar la convivencia política y social, y la protección de la economía.
Luego de avances, EEUU dio un zarpazo a la mesa al concretar el secuestro el 16 de octubre de 2021 hacia Florida del diplomático y enviado especial venezolano Alex Saab, quien estaba ilegalmente detenido en Cabo Verde por órdenes de Washington, tras viajar a Irán en busca de alimentos y medicinas para Venezuela.
El 11 de noviembre de 2022 se reanudan las conversaciones entre el G4 y el Gobierno, y en diciembre el mandatario recibe en Miraflores a varios dirigentes de partidos opositores democráticos.
“Hay varias oposiciones, y ese proceso de fragmentación, de creación y atomización de la oposición se ha dado como resultado de las políticas extremistas que se aplicaron durante cuatro años desde el gobierno de Donald Trump”, llegó a decir Maduro a comienzos de enero de 2023.
Durante el 2022 prevaleció el diálogo, especialmente con representantes de empresas comprometidas con la recomposición económica del país lo que impactó positivamente en las finanzas: se dejó atrás la hiperinflación y la economía creció un 12 % según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe. Este mismo comportamiento se registró en 2023, cuando se evidenció una expansión de 4.5 %, producto de diez trimestres consecutivos de crecimiento.
“Tenemos un diálogo y un entendimiento muy elevado con actores económicos internacionales que están llegando con nuevas inversiones. Es un gran logro de estos años, que se consolida en el año 2023. Luego de tres años de crecimiento sostenido y un 12% en el 2022, uno de los mayores logros del 2023 ha sido consolidar inversiones extranjeras y nacionales”, enfatizó Maduro a comienzos de 2024.
Entre tanto, y atada a intereses de EEUU, la derecha radical persiste en la irracionalidad y en patear todo proceso de diálogo, conducta que la ha metido en la vía del fracaso. La última estrategia en pie es tratar de imponer a la ultraderechista María Corina Machado – inhabilitada por incumplir con delitos ya tipificados en la ley- como candidata única, lo que podría llevar a esta fracción a la desmovilización de su militancia, ante las presidenciales de 2024.
El caso de Venezuela es solo un ejemplo de cómo este patrón impuesto por EEUU y sus aliados, que es instrumentalizar a un sector para imponer una agenda foránea, fracasa. El escenario de Rusia y Ucrania es otro ejemplo. El presidente Vladimir Putin ha sostenido a lo largo del conflicto armado una salida negociada, propuesta que es rechazada por su par ucraniano, Volodimir Zelensky.
En la historia reciente también se registran otros ejemplos en los que países soberanos son atacados violentamente por Washington que ha depuesto y omitido deliberadamente la negociación y la paz como una opción. Las masacres y genocidios en Siria, Libia, Irak, Palestina son solo algunos de la lista.
“Se quiere volver a un siglo atrás a nuestra América Latina y el Caribe, y nosotros no podemos permitirlo, los pueblos de América Latina y el Caribe tenemos que luchar porque prevalezca el diálogo entre la diversidad, prevalezca el espíritu bolivariano de la unión, de la integración por encima de la intolerancia ideológica de las derechas que quieren imponerse a trocha y mocha, porque sí”, llegó a alertar el presidente Maduro.
Foto principal: Prensa Presidencial