El candidato del Partido de los Trabajadores, el izquierdista Luiz Ignacio Lula Da Silva, se impuso en la primera vuelta con el 48.43 % de los votos, con el 99.99 % de las actas escrutadas, según datos ofrecidos por el Tribunal Superior Electoral (TSE) de Brasil.
El ultraderechista Jair Bolsonaro, del Partido Liberal, logró el 43.20 % de apoyo.
En esta contienda, además, Simone Tebet, del Movimiento Democrático Brasileño, obtuvo un 4.16 % y Ciro Gomes, del Partido Democrático Laborista, logró el 3.04 % de los votos.
Estos resultados llevan a Lula y a Bolsonaro a una segunda vuelta que se realizará el 30 de octubre próximo.
En declaraciones a la prensa, el presidente del TSE, Alexandre De Moraes, detalló que el evento se llevó a cabo en paz y se registró un 20.89% de abstención. De los 156 millones de brasileños llamados a votar, participaron más de 123 millones, y dejaron de hacerlo cerca de 32 millones de ciudadanos.
Estas elecciones “nos permitieron demostrar lo que siempre ha sido seguro y transparente (…) las urnas electrónicas representan exactamente el voto de la voluntad popular y refleja lo que expresa cada uno de los centros electorales”, aseveró frente a los ataques lanzados por Bolsonaro hacia la plataforma tecnológica electoral.
Este domingo, desde las 8 de la mañana y hasta las 5 de la tarde, los brasileños también eligieron a 27 gobernadores, 583 diputados, a un tercio del Senado y representantes de las asambleas legislativas, indica Telesur.
La contienda de este 2 de octubre es considerada la más reñida en el país suramericano, en la que el pueblo se debate entre continuar o no con el camino neoliberal, impuesto por el actual mandatario Bolsonaro, que ha conllevado a un desmantelamiento de políticas sociales logradas durante la era de gobiernos petistas.
Lula ha prometido regresar al poder para restablecer y recuperar a Brasil la atención a todo el pueblo y programas con los que logró reducir enormemente la pobreza y crear empleos.
El gobierno de Bolsonaro está, además, marcado por grandes casos de corrupción, como el gabinete paralelo en el Ministerio de Educación, así como la adquisición de más de 100 propiedades, durante tres décadas, de parte del Presidente y su familia, en su mayoría pagadas en efectivo.
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