Franco CFA es el arma invisible del neocolonialismo francés

El coloniaje es una de las formas de dominación más abominable que ha conocido la humanidad. Aunque varios historiadores y analistas tratan de ubicar a esta práctica como algo obsoleto y superado, actualmente existen esquemas colonialistas casi imperceptibles que truncan la libre autodeterminación de los pueblos, especialmente entre Europa y África.

Uno de estas formas aun vigente – y deliberadamente ignorada por grandes medios- es el franco CFA creado por Francia en 1945 tras la Segunda Guerra Mundial, con el fin de reconstruir al país europeo, en parte, a expensas de África y, con ello, mantener el control de sus excolonias que comenzaban a sumarse a la independencia.

Esta moneda circula actualmente en 14 países africanos – en los que viven 200 millones de personas – anteriormente dominados en su mayoría por el país galo: Benín, Burkina Faso, Costa de Marfil, Malí, Níger, Guinea-Bissau, Senegal y Togo, (pertenecientes a la Unión Económica y Monetaria del África Occidental, UEMOA) y Camerún, República del Congo, Gabón, Guinea Ecuatorial, República Centroafricana y Chad (de la Comunidad Económica y Monetaria de África Central, CEMAC).

El Franco CFA es emitido en dos versiones no intercambiables – y con distinto valor cambiario-, válido en las naciones antes mencionadas. Para los países UEMOA, está el franco FCA occidental validado por el Banco Central de los Estados de África Occidental (BCEAO, localizado en Senegal), y para las naciones CEMAC está el franco CFA Central del Banco de los Estados de África Central (BEAC, localizado en Camerún).

A través de los años, Francia ha intentado hacer ver que ambas instituciones mantienen sus “soberanías” – por estar localizadas en territorios africanos-, sin embargo el país europeo mantiene un fuerte tutelaje dentro de ellas. Una muestra de esto es que el Tesoro Francés retiene el 85% de las acciones monetarias de oro del BCEAO.

Otra de las exigencias del Estado galo es la imposición a los países UEMOA y CEMAC de depositar el 50 % de sus reservas en una “cuenta especial” del Tesoro francés. Además de ese alto porcentaje, París se apropia de otro 20 % adicional para “pasivos financieros”, lo que deja solo un 30 % libre a las naciones del Sahel. Igualmente, el tipo de cambio está dictaminado desde Europa, lo que deja una desventaja a los francos FCA, indica el analista Rafael González, en su medio especializado Historia Geopolítica.

“La forma en cómo funciona esta política fiscal es por cuentas de operaciones. Se trata de cuentas especiales mantenidas en el Tesoro francés. Las denominaciones son en euros, pero cuando las cuentas están en crédito, los bancos centrales africanos ponen efectivamente sus reservas en divisas a disposición de Francia, pero cuando las cuentas de los bancos centrales de África están en débito están obligados a pagar intereses al estado francés. En otras palabras los estados miembros de los CFA pagan a Francia para que se quede con sus dineros”, denuncia.

Esta forma de neocolonianismo francés genera riqueza a la clase política tradicional francesa y a los dueños de grandes trasnacionales (como Total, Areva y Vinci) que se sostienen con el extractivismo depredador en África. Es así – y con “ayuda” militar- como obtienen recursos vitales baratos, tales como petróleo, hierro, uranio y productos agrícolas.

Además de esto, los francos CFA son el camino para la descapitalización de estos países. “Entre 1970 y 2010, Costa de Marfil perdió 40.000 millones de dólares debido a la fuga de capitales”, lo que podría haber reducido la pobreza enormemente si se hubiera reinvertido internamente, agrega González. “Mientras tanto, Guinea Ecuatorial y Congo, los productores de petróleo transfirieron (a Francia) el equivalente al 43 % y 30 %, respectivamente, de su PIB entre 2000 y 2009. Tendencias similares están presentes en Gabón y Camerún”, añade el experto.

Mitos desmontados

Está más que comprobado que los francos CFA son perjudiciales para las economías de estos países vulnerables. Sin embargo, hay partidarios de esta política neocolonialista, quienes repiten mitos y falsedades como supuestas “ventajas” de las monedas.

Estas voces – muchas de ellas de la derecha francesa- esgrimen que “gracias” a los CFA hay “estabilidad monetaria”, “inversión extranjera” y, por tanto “crecimiento económico” para África.

“Sin embargo, las cifras contradicen este argumento: en 2016, el montante acumulado de inversión extranjera directa (IED) recibido por Ghana era superior al recibido por los ocho países de la Unión Económica y Monetaria del África Occidental (UEMOA) en su conjunto y sólo el 3,7% de la IED francesa en África va a la zona del franco CFA”, cita El País de España.

En este misma línea se manifiestan el economista senegalés, Ndongo Samba Sylla y la periodista francesa Pigeaud, autores del libro “El arma invisble de la Franciafrique: La Historia del Franco FCA”. Ambos analistas sostienen que entrelazar el euro con los francos FCA implica que “la política monetaria que se aplica a Alemania se aplica a Níger y a la República Centroafricana, dos de los países más pobres del mundo”. Agregan que el valor hacia estas monedas está impuesto por la mirada de las clases dominantes – que controlan los medios y redes-, grandes banqueros, el gobierno de Francia y los gobernantes cómplices africanos.

“Consiste en decir, de manera simplista, que el franco CFA es una moneda africana y que la ventaja de la estabilidad monetaria, de paridad fija frente al euro y baja inflación, supera sus desventajas, que nunca se especifican”, expresan, citados por el medio español.

Asedio al rebelde

El fortalecimiento del esquema saqueador contra estos países hoy golpeados – y varios sumidos en inestabilidad política-, se remonta a la década de 1930. Para aquella oportunidad, recuerda González, las bombas del imperialismo y colonialismo comenzaron a cambiarse por la instauración de bancos. Es por ello que la Francia colonialista de principios del siglo XX se propuso a dominar la oferta monetaria del territorio que controlaba. “Así, París obtuvo acceso a mano de obra africana y materia prima a precios de ganga, mientras que las manofacturas francesas se vendían a África a precios exorbitados”, recordó el analista español.

Es después de la Segunda Guerra Mundial que Francia reconfiguró aun más su mecanismo saqueador hacia África, cadenas que ha mantenido luego de las pseudoindependencias de la décadas de los 60. La receta de la aplicación del CFA tuvo éxito – indica González- gracias a los colaboradores locales africanos, quienes además de dejar imponer dichos conos monetarios, aceptaron dejar las bases militares francesas.

Si alguna excolonia africana se oponía al CFA, el opresor; es decir Francia, aplicaba medidas de presión al margen de las leyes internacionales, refiere el analista. Así pasó con Guinea bajo el gobierno de Ahmed Sékou Touré, a quien el imperialismo saboteo a las redes eléctricas, desató una hiperinflación inducida y dotó de armas a grupos paramilitares antigubernamentales. Un asedio parecido vivió Togo con el gobierno de Sylvanus Olympio, líder curiosamente asesinado el 13 de enero de 1963 dos días antes de firmar el retiro del CFA.

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