Chalbaud, el eterno maestro del cine venezolano

“Uno de los temas que más está presente en mi obra, es el rechazo a la injusticia, sobre todo a la injusticia contra el más pobre, contra el más humilde”, llegó a decir el cineasta, dramaturgo y poeta venezolano Román Chalbaud, quien trascendió de plano este 12 de septiembre pasado, y quien dejó un invaluable y destacado legado en el teatro, cine y la televisión: 22 películas, 25 trabajos para la pantalla chica y casi 20 obras teatrales.

Chalbaud era el último exponente vivo de la llamada Santísima Trinidad del teatro nacional, conformada por José Ignacio Cabrujas, fallecido en 1995; e Isaac Chocrón, quien partió en 2011.

En una entrevista concedida a un medio local venezolano, el cineasta reafirmó sus convicciones políticas de izquierda que lo acompañaron a lo largo de su vida, tanto artística como personal. Dejó claro que siempre estuvo desmarcado de los discursos de odio, y que para contrarrestar el divisionismo había que realzar los principios de diálogo y respeto que caracterizan a una verdadera democracia.

“Yo pienso que una verdadera democracia es permitir que cada uno de nosotros piense cómo debe pensar (…) yo tengo que respetar tu manera de pensar así como tú tienes que respetar la mía”, expresó el artista, al tiempo que valoró como maravillosas las obras del dramaturgo alemán Beltroch Bert, quien fue militante comunista y creador del teatro épico, como la poesía y pluma del conservador, poeta y crítico literario estadounidense, el maestro T. S Elliot.

Sala de Formación Román Chalbaud – CNAC.

Defensor del cine nacional

Además de ser un gran defensor de Venezuela y de su pueblo, a quien siempre retrataba en el celuloide, Chalbaud también luchó por el cine venezolano, y por una ley justa que permitiera consolidar el trabajo cinematográfico de las nuevas generaciones de directores y realizadores nacionales.

El artista promovió -junto a otros trabajadores del sector- una modificación clave a la ya vigente Ley de Cinematografía Nacional, reforma que se aprobó en 2006. Este paso impulsó una nueva ola de cine nacional, ya que creó el marco jurídico idóneo para la producción y exhibición de cine venezolano, así como promovió la puesta en marcha de la Fundación Villa del Cine, primera casa productora del Estado.

Gracias a esta labor, los productores nacionales pasaron de estrenar 16 películas promedio al año – récord alcanzado en 1986- a más de 20 por año. En 2008 se sobrepasó el pico de 32 cintas nacionales en pantallas venezolanas, y en 2015 se estrenaron unas 29. Estos hitos fueron posibles gracias a la contribución de Chalbaud y otros realizadores.

“Hollywood es dueño del 90 % de los cines del mundo. No solo en Venezuela, ellos son dueños de las pantallas de España y de muchísimas partes del mundo, entonces ellos imponen su cine comercial, pero dentro de ese cine comercial que ellos hacen hay directores maravillosos y hay un desarrollo técnico indiscutible de la cinematografía. Lo que pasa es que es imposible que solo veamos cine norteamericano. Tenemos que ver cine francés, griego y cine latinoamericano”, llegó a reflexionar.

Esta industria estadounidense, “trata de impedir que productos de otros países se impongan, no solo en Venezuela sino en otras partes del mundo”.

Chalbaud también levantó las banderas en contra de la falsa matriz de que el cine nacional era monotemático y que solo se enfoca en la tragedia y criminalidad. “Aquí se están haciendo películas de todo tipo, musicales, policiales, románticas. Cada director tiene que tener la libertad de hacer la película que él quiere, si él quiere hacer películas sociales, que las haga, si quiere hacer películas políticas que las haga (…) hay una plena libertad para que la gente se desarrolle”, explicó.

Mujeres influenciadoras

Román Chalbaud nació en Mérida – ahora capital del cine venezolano- el 10 de octubre de 1931. En una entrevista contó que de niño se influenció mucho por la crianza y carácter de su bisabuela, abuela y madre, a quienes recordó como muy estrictas y amorosas.

“Mi abuela me llevaba al cine, a ella le encantaba el cine y, sobre todo, me llevaba a ver películas francesas (…) pasaban muchas películas francesas en esa época. También fue la primera que me llevó a ver a Charles Chaplin”, rememoró.

En esa conversación, recordó que su abuela leía clásicos de la literatura universal, libros que él tomaba y devoraba a escondidas de ella. Esta travesura despertó en el futuro cineasta su pasión por las letras.

“Esa combinación de literatura y cine es muy importante, porque alguien ha dicho que el cineasta debe leer mucho. Cuando estás leyendo una novela, estás haciendo una película en tu mente”, dijo.

Llegó a cursar estudios en la Escuela Experimental Venezuela, ubicada en Bellas Artes, Caracas, centro de enseñanza vanguardista para la época. Allí llegó a conocer a su amigo el dramaturgo Isaac Chocrón y al coreógrafo y bailarín Vicente Nebrada. A finales de cada curso- recordaba- era partícipe y montador de obras de teatros, eventos que tributaron a su formación como dramaturgo. Luego pasó al reconocido liceo Fermín Toro de Caracas, en donde culminó su bachillerato.

Entre 1947 y 1949 estudió en el Teatro Experimental de Caracas y en 1952 escribió su primera obra de teatro Los Adolescentes. Posteriormente llevó a las tablas Muros Horizontales (1953) y Caín Adolescente (1955 y en cine 1959).

Ya en el cine e influenciado por la obra de los maestros Luis Buñuel y Roberto Rossellini, el joven Chalbaud comenzó a retratar la miseria de los excluidos frente a los burgueses que ostentan poder; todo en un mundo dominado por gobernantes y funcionarios corruptos que contravienen la legalidad en los Poderes Públicos (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), la alta jerarquía de la Iglesia Católica y los grandes medios.

Bajo esta premisa, Chalbaud dirigió Cuentos para Mayores (1963), La Quema de Judas (1974), la taquillera El Pez Que Fuma (1977), Sagrado y Obsceno (1976), Carmen La Que Contaba con 16 años (1978), y las controversiales Cangrejo (1982) y Cangrejo II (1984).

Ya para el 2005 y consagrado como un gran cineasta, Chalbaud se aboca a un cine más político e histórico reivindicativo y lleva a la gran pantalla El Caracazo, que narra el estallido social ocurrido el 27 de febrero de 1989 contra las políticas neoliberales del entonces presidente Carlos Andrés Pérez, quien perpetró una impune masacre.

En 2009, estrena – con guión de Luis Britto García- Zamora, Tierra y Hombres Libres, producción que cuenta la Guerra Federal de Venezuela y el papel heroico del líder campesino Ezequiel Zamora. En 2011 realizó Días de Poder – escrita por Cabrujas -, que se circunscribe en las pugnas de poder de la década de los años 60, cuando un joven revolucionario protagonista vende sus ideales y se suma al aparato represor estatal y, en 2014, culmina la épica La Planta Insolente, que cuenta el asedio y agresión imperial de la que fue blanco Venezuela a principios del siglo XX, por parte de Inglaterra, Alemania y el entonces Reino de Italia.

El eterno aficionado

El legado que deja Chalbaud para el cine venezolano y latinoamericano es invaluable. Este cineasta siempre consideró al llamado séptimo arte como una forma de denuncia social que reflejaba la realidad venezolana que se configuraba en la era puntofijista. Aunque recibió numerosos galardones – entre ellos el Premio Nacional de Teatro en 1984 y el Premio Nacional de Cine en 1990-, Chalbaud se consagró como un hito y maestro ante el pueblo venezolano, especialmente para las generaciones de nuevos cineastas y dramaturgos. No obstante, este prolífico creador nunca se llegó a considerar como un artista totalmente realizado.

“Yo siento lo que siente Charles Chaplin: ‘Nunca vivimos lo suficiente para dejar de ser unos aficionados’. Esa frase de Chaplin me emociona muchísimo, porque si tú te sientes una estrella no tienes más escalones para subir, te caes al abismo. En cambio, un aficionado siempre está tratando de mejorar cada vez más. Por eso, prefiero pensar que soy un aficionado”, decía.

Los venezolanos, así como familiares y amigos, rindieron homenaje en el Teatro Nacional en Caracas a este ilustre maestro, hito de las letras, tablas y celuloide venezolano.

“El cine venezolano despide hoy a uno de los grandes, quien marca un antes y después en la historia. Román Chalbaud, maestro eterno de generaciones y fiel defensor de la venezolanidad. ¡Descansa en Paz! Mis condolencias a su familia, amigos y allegados”, escribió el presidente venezolano, Nicolás Maduro, en la red digital X.

El jefe de Estado decidió que el Teatro Nacional ahora se llamará Teatro Nacional Román Chalbaud, en homenaje a este gran narrador de historias, al que también se le hizo entrega póstuma de la réplica de la Espada de Ezequiel Zamora. En vida, Maduro le otorgó la Orden Libertadores y Libertadoras de Venezuela, la más alta condecoración del Estado venezolano y la Alcaldía de Caracas lo honró con la Orden WarairaRepano por su vasto legado.

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