Violencia política en Ecuador es producto directo del neoliberalismo

Los pueblos de América Latina se caracterizan por promover la paz y el diálogo para dirimir diferencias. Sin embargo, en algunos casos, pequeños grupos alentados y financiados por sectores reaccionarios y derechistas, han tratado de torcer esta realidad y han buscado imponer la violencia dentro de la agenda política.

El último caso fue el asesinato del candidato presidencial en Ecuador, Fernando Villavicencio, hecho ocurrido en Quito el pasado 9 de agosto, luego de que el aspirante participara en un mitín, a propósito de las elecciones extraordinarias a realizarse el próximo 20 de agosto.

Villavicencio – postulado por un sector cercano al presidente derechista Guillermo Lasso- recibió tres tiros en la cabeza en un ataque que dejó a otras 40 personas heridas.

El asesinato causó conmoción social y tuvo un fuerte impacto en la escena política del país. Lasso condenó el hecho, declaró Estado de emergencia y – en una clara postura sumisa- anunció que el FBI estadounidense investigará el caso.

A los pocos minutos del magnicidio, la derecha ecuatoriana comenzó a atacar al correismo, movimiento que lleva la delantera en las encuestas con su abanderada por la izquierda, Luisa González. Dichos sectores trataron de vincular en redes y medios al líder de la Revolución Ciudadana, Rafael Correa, con el crimen.

El medio argentino La Nación y la revista colombiana Semana sacaron de contexto el discurso de Correa emitido en redes digitales días atrás, en un spot de campaña electoral. “¿Cuándo entenderá esta gente que para condenar a alguien se necesita algo más que sus odios y precariedad ética e intelectual?”, escribió el exmandatario en su cuenta de X (anterior Twitter), en donde desmontó la manipulación y condenó la violenta arremetida contra Villavicencio.

Estado, principal sospechoso

En declaraciones al canal RT, Correa aseveró que esta muerte confirma que “el crimen organizado, y ese es el punto crucial, ha infiltrado el Estado, tanto el Gobierno, como el sistema judicial, como política en general y también la fuerza pública».

En el homicidio de Villavicencio “hay vinculaciones con altos oficiales corruptos de la Policía”, debido a diversos hechos que se dieron en torno al caso. No obstante, el expresidente – hoy perseguido y exiliado en Bélgica- aclara que todas las hipótesis deben ser verificadas.

El candidato derechista ya “estaba amenazado” y «era uno de los hombres más protegidos del país», alerta el político.

“Pese a eso lo sacan por la puerta del frente (del auditorio donde brindó el mitin), sin chaleco, sin casco, en una camioneta, ni siquiera un carro blindado, sin las más mínimas precauciones. Vienen los sicarios del otro lado, disparan y lo matan”, detalló Correa, citado por el medio ruso.

En los videos del ataque, el líder de la Revolución Ciudadana dice que “se ve claramente que se han roto todos los protocolos (de seguridad). ¿Cómo entender aquello?”.

Correa condenó la decisión de Lasso de llamar al FBI para las averiguaciones, por lo que tachó a Ecuador de un “Estado fallido”. Y agregó que los altos índices delictivos no son producto del azar, sino de la incompetencia del expresidente Lenín Moreno (2017-2021) y del actual mandatario.

«Desmantelaron todo, decían que era (un) Estado obeso. Eliminaron el Ministerio Coordinador de Seguridad, eliminaron el Ministerio de Justicia, encargado de las cárceles, ahora las cárceles están bajo control de las mafias, eliminaron el Ministerio del Interior (que luego fue restituido), encargado de la seguridad ciudadana y el control policial», añadió.

¿Quién se beneficia?

En esta misma línea, el investigador y docente ecuatoriano Omar Maluk apunta como responsable del asesinato de Villavicencio al Estado, manejado actualmente por la derecha agrupada en Lasso y en el expresidente Moreno; voceros que tienen a varios aspirantes en la contienda electoral.

Los bajos números en las encuestas de estos candidatos neoliberales “estaba produciendo cierta desesperación en políticos, en militares retirados, que estaban tocando la puerta a los cuarteles para producir una conmoción política en el Ecuador para que no hayan elecciones”, agregó Maluk, al tiempo que celebró la decisión de las autoridades de no aplazar el evento electoral.

Sobre el asesinato de Villavicencio “yo más sospecho del Estado, yo más sospecho de un potencial crimen de Estado que del correismo (…) porque no tiene ningún sentido lógico. (González es) una candidata que está ganando las encuestas, que tiene más del 40 % de la votación válida ¿Qué sentido tiene mandar a matar a alguien? Si ellos ya están celebrando el triunfo”.

Durante la entrevista ofrecida al canal Ecuador Directo, el analista dice que el candidato derechista Otto Sonnenholzner – que aglutina el voto de los seguidores de Lasso y de Moreno- es quien más se beneficia de lo ocurrido con Villavicencio.

“¿Cuál es el elemento común? es Lasso, los lassistas vienen de los morenistas, de Lenín, esos lassistas resentidos van a decir ‘ya no me queda otra cosa que votar por Otto”, agregó Maluk.

Pero esta no es la primera vez que este tipo de crímenes se registran en Ecuador. Desde hace tres años, este país vive en un espiral violento por parte de grupos criminales que ostentan mucho poder y que centra como principal víctima al pueblo. Analistas alegan ahora que la ineficiencia – o complicidad- de Lasso es tal que los tentáculos de estas organizaciones llegan a todas las esferas del país, incluída la política en donde el diálogo y el entendimiento se ven desplazados por la fuerza irracional.

En tres años, han ocurrido cinco casos parecidos. El 21 de diciembre del 2020 unos sicarios mataron a Patricio Mendoza, candidato a las elecciones legislativas del año siguiente. En enero de este año, unos sujetos en moto propiciaron tiros al candidato a alcalde de Salinas (Cantón Salinas, al oeste), Julio Farachio, dejándolo herido de muerte. Asimismo, en febrero de este año hombres armados asesinaron a Omar Menéndez, aspirante a la alcaldía de Puerto López (Manabí, oeste) y en julio reciente delincuentes ultimaron a Rider Sánchez, candidato a la Asamblea Nacional.

De igual forma, a finales de julio, fue asesinado el alcalde de Manta (Manabí), Agustín Intriago y Luis Chonillo, alcalde del cantón Durán (provincia de Guayas), fue blanco de un ataque el 15 de mayo del que salió ileso.

Desde el fin del gobierno de Correa y el inicio del mandato de Moreno, en 2017, la delincuencia y la violencia han venido en crecimiento en este país, que pasó a ser uno de los más seguros de la región al más peligroso de Latinoamérica, según Gallup World Poll.

Entre 2017 y 2020 la tasa de homicidios por cada 100.000 habitantes se mantuvo por debajo de 10. Sin embargo, en 2021 se disparó a 14.02, en 2022 a 22.6 y se estima que para el cierre de este año supere la barrera de los 40, cifra similar a la que padece Honduras y El Salvador.

Derecha ecuatoriana, mal ejemplo

Pero, ¿Cómo pasó Ecuador a ser la nación más estable y pacífica de Suramérica a un verdadero centro del crimen organizado?.

El consultor, analista y politólogo dominicano Elvin Calcaño Ortiz dice que para entender esta realidad se debe tener en cuenta tres factores: “irracionalidad ideológica (neoliberal), persecución e irresponsabilidad mediática”.

“Viví seis años en Ecuador. Vi de primera mano cómo todo lo que estaba bien allá lo desmontaban porque sí. Cuando Rafael Correa salió del poder en 2017 (vivía en Ecuador ese tiempo) dejó un país estable, con una clase media amplia en vías de consolidación, infraestructura vial de las mejores del mundo, miles de estudiantes becados en el exterior y seguridad (datos verificables)”, señala Calcaño en su cuenta de X.

Pero a partir del fin de la era correista, “bajo criterios ideológicos neoliberales, se comenzó a desmantelar la institucionalidad estatal que había producido y sustentado esos datos. Todo ello en nombre de la ‘eficiencia’ (sic) porque supuestamente el Estado era muy ‘obeso», indica en otro mensaje.

Calcaño continúa y agrega que los sectores derechistas “quitaron al Estado las capacidades técnicas y de dirección política que tenía para responder a las demandas sociales y a los conflictos territoriales de toda índole que en una nación tan diversa y compleja existen”. Así – y a su juicio- “lo que los neoliberales en el poder desde 2017 tenían que hacer era equilibrar su ideología privatizadora con la realidad compleja y el tipo de conflictividad social de su país. Pero lo hicieron al revés y jodieron -literalmente- todo lo que estaba bien”.

En cuanto a la persecución- agrega el investigador- “en Ecuador sentenciaron un expresidente, precisamente el que había logrado convertir el país en próspero y estable, por ‘influjo psíquico’. Una barbaridad jurídica que hasta juristas muy críticos de Correa han denunciado por indefendible”.

La persecución contra Correa fue -y sigue siendo- “instigada por sectores mediáticos irresponsables que, en nombre del odio al correísmo, han convertido mentiras en verdades propagando odio irracional. El odio nunca construye; solo sirve para destruir. Y destruyó Ecuador”, acota el también docente, quien dice que pone como ejemplo de lo que no se debe hacer en un país en sus clases el mal manejo estatal de la derecha ecuatoriana.

Compártelo: