Venezuela activa muro de contención ante propagación de droga zombie estadounidense

Por su fuerte capacidad de destrucción neurocognitiva, le dicen la droga “zombie”. Se trata del fentanilo, un opioide mortífero sintético 50 veces más fuerte que la heroína y 100 veces más potente que la morfina que hace estragos en Estados Unidos (EEUU), principal país consumidor de drogas, y donde se ven calles enteras de adictos caminando desorientados.

El principal mercado de esta droga altamente adictiva es Norteamérica y Europa. Sin embargo, autoridades de países de Suramérica, como Colombia y Ecuador, ya han registrado el ingreso en sus territorios. El último hallazgo fue en Venezuela, en Táchira, estado fronterizo con la nación neogranadina.

El gobernador de esa entidad, Freddy Bernal, anunció la primera incautación de 45 porciones de fentanilo y agregó que los efectivos de seguridad se mantienen en alerta máxima, ante la posible propagación de la droga.

“Somos el muro de contención de la frontera”, expresó el gobernador – citado por agencias internacionales-, quien recordó que Táchira ocupa el primer lugar en eficiencia en la lucha contra el narcotráfico.

Genocidio sintético

El fentanilo es un fuerte opioide sintético que mató, solo el año pasado, a 71.000 personas en EEUU. De hecho, cifras conservadoras alertan que actualmente esta droga le quita la vida a 200 nuevas víctimas cada día en la nación norteamericana.

Este narcótico comenzó a aplicarse por médicos especializados como anestesia quirúrgica, en sustitución a la morfina, a partir de la década del 60, en forma de inyecciones, pastillas, tabletas o parches transdérmicos.

La forma ilegal o “recreativa” se comercializa en polvo, pastillas, en forma líquida en goteros o gel en papel.Una vez consumida, sus efectos son rápidos: desestendimiento, sedación, aletargamiento y una sensación de bienestar. También se ha descrito euforia, felicidad extrema y confusión.

Aunque el fentanilo es usado en ámbito médico, se debe tomar en cuenta que el producido por redes del narcotráfico no cumple los procesos rígidos de elaboración que lo hacen más seguro.

Valentín Islas, químico de la Facultad de Estudios Superiores Zaragoza de la Universidad Autónoma de México (UNAM), explica a El País que “la dosis terapéutica de fentanilo es de 100 microgramos para producir el efecto analgésico deseado. Para producir una depresión respiratoria se necesitan casi ocho veces esa cantidad”. “El fentanilo farmacéutico mantiene un margen de seguridad muy amplio, y ha pasado controles de calidad acreditados y certificados”, añade.

Explica que todo lo contrario sucede con el fentanilo sintetizado por redes ilegales, al que se le añaden y mezclan heroína, cocaína, metanfetaminas y MDMA, factores decisivos para provocar la muerte.

Una dosis letal es tan mínima que cabe en la punta de un lápiz, dice una campaña en EEUU, país que pese a tener 16 agencias para el control de narcóticos, es el que más consume drogas ilegales en el planeta.

Según datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), en 2021 se registraron 108.000 muertes por sobredosis de drogas, dos tercios de esas muertes estuvieron relacionadas con el fentanilo.

Buscando culpables

Como es costumbre, Washington ha puesto el foco del origen de este problema en países terceros. Señala como culpables a los carteles mexicanos, por lo que ha dirigido fuertes palabras en contra del gobierno de Andrés Manuel López Obrador “por no hacer lo suficiente”, en medio también de una fuerte campaña anti migración.

Otro país que acusa la Casa Blanca es China, nación con el que mantenía buenas relaciones para contrarrestar el tráfico ilegal de drogas que se vieron socavadas por la clase política de Washington al reconocer a Taiwán como un país independiente.

Curiosamente, nunca EEUU ha invertido esfuerzos en promover campañas y políticas preventivas – ni con el fentanilo ni con otro tipo de drogas-, que permitan reducir la demanda interna, en donde estaría la solución a esta epidemia.

Todd Robinson, jefe de la oficina antidrogas del Departamento de Estado ha dicho que el fentanilo que se consume en su país sí se fabrica en México y que los precursores para la obtención de esta droga proviene de China. ”Yo mismo he viajado a México y he visto que se producen ahí, tanto la metanfetamina como el fentanilo. Y estamos trabajando muy duro con nuestros socios en México para detener el tráfico de dichas sustancias”, dijo en una entrevista a EFE.

Este mismo tono, incluso más fuerte, esgrimen sectores de la ultraderecha estadounidense, que han llegado a promover una invasión militar a territorio mexicano, con la excusa de destruir redes del narcotráfico. Estos planes han sido denunciados y condenados por el presidente López Obrador. El mandatario ha alertado que estas fracciones están muy lejos de querer solucionar el problema. Lo que buscan – dijo, es sacar provecho político de una desafortunada realidad, en medio de una precampaña electoral presidencial.

“Amenazan con invadir, venden armas de alto poder en sus tianguis (mercado), no hacen nada por sus jóvenes, padecen – lamentablemente- de la terrible y mortal pandemia del fentanilo, pero no atienden las causas. No les preocupa el bienestar, sólo el dinero, ni fortalecen los valores morales, culturales y espirituales; tampoco limitan el consumo de drogas, por el contrario, lo fomentan hasta en el deporte. Es penoso y decadente”, escribió en su cuenta de X, anterior Twitter, en abril pasado.

EEUU, lord de las drogas a escala global

Hay estudios y evidencias que comprueban que el sistema estadounidense controla, vende y usa a las drogas – y sus beneficios económicos- tanto como herramienta de sumisión social, como método de auxilio financiero.

Un artículo publicado en Rebelíon.org por el analista Andreu Martí reseña que cada año se lavan en bancos estadounidenses entre 500.000 millones y 1.5 billones de dólares provenientes de la venta ilegal de drogas en el mundo. “De esa cifra, 80.000 millones de dólares corresponden al lavado de dinero procedente de la droga de EEUU”, cita.

Más de 200 millones de personas del planeta – agrega Martí- trabajan en este “negocio”. El 98 % del beneficio de la droga va a parar a los países consumidores, y no a los productores, especialmente EEUU y Europa.

En el mismo texto, el especialista recuerda, con datos, cómo la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés), ha generado, a lo largo de la historia, grandes epidemias de consumo de drogas para financiar a grupos élite a favor de los intereses de la Casa Blanca. EEUU ha apoyado a grupos de narcotráfico y terroristas que se oponen a sistemas “no convenientes”. Así, estuvo detrás de las guerrillas albanesas, que cometieron genocidio y que traficaban con droga, en el conflicto de los Balcanes; y de grupos mujhaidines que se oponían a los soviéticos en Afganistán en la década de los años 1970. Sobre este país, denuncia Martí, la producción de opio creció considerablemente una vez instaladas las tropas del Pentágono, tras la invasión del 2001.

Corporaciones asesinas

En un país en el que predomina el sistema neoliberal y capitalista en su etapa más avanzada – disfrazado de una aparente “libertad”- era de esperarse las escenas propias de una cinta post apocalíptica de calles llenas de gente “zombie” por el fentanilo y otros opioides, como el Vicodin (marca comercial de la hidrocodona).

Un artículo publicado en Fintualist, firmado por su editora Florencia Edwards, reseña que el boom del fentanilo comenzó en 2007 cuando el gobierno de ese país declaró como peligroso el OxyCotin, nombre comercial de la oxicodona. A mediados de los 90 el fabricante Purdue Pharma pagaba a médicos y a políticos altas cantidades de dinero que facilitaran recetar este mortal medicamento a pacientes con traumas leves, que se podrían tratar con otros medicamentos menos letales.

La “táctica” de “marketing” Purdue Pharma – y otras dos empresas parecidas (SpecGX y Actavis Pharma), que tienen entre sus ejecutivos mucha gente influyente en la política- asesinó entre 1999 y 2019 a 500.000 personas. Aunque la prohibición existe aun las víctimas persisten.

La autora recuerda que ese tardío veto dejó huérfanos a miles de adictos de la oxicodona – generados por las corporaciones-, grupos que comenzaron a buscar en el fentanilo una vía de escape a la abstinencia. Ese fue el punto de partida de la actual epidemia.

“Curiosamente es el marketing. Fueron campañas de publicidad agresivas en los años 90, dirigidas a pacientes, clínicas y a la comunidad científicas, las que crearon este gran mercado de consumo: las empresas farmacéuticas de Estados Unidos priorizan las ganancias que generan las ventas por sobre una regulación más estricta, y publicitan la promesa de dejar de sentir dolor a través de los opioides con mucha facilidad”,dice.

Ante la desprotección estatal, y una fuerte campaña de corporaciones del “entretenimiento” que promociona el uso de drogas como algo convencional, la ola actual de fentanilo no parece tener fin.

Todo lo contrario, lamentablemente el pueblo de EEUU parece estarse habituando a caminar entre zombies sin que el gobierno tome cartas en el asunto y siga apuntando a culpables foráneos.

“Los opioides son parte de la vida norteamericana hace ya varios años. Seguro recuerdas a Doctor House agitando su frasquito de Vicodin – un opioide- antes de resolver un caso imposible. En el cuerpo de Elvis (Presley) encontraron Percocet, un derivado del opio, algo parecido al fentanilo que mató a Tom Petty y más recientemente a Prince. Mientras tanto en San Francisco las personas se están acostumbrado a tener en sus mochilas kits para salvar sobredosis”, añade, en referencia a los sprays de naloxona, un componente que puede cortar una intoxicación que ahora se vende en tiendas y sin prescripción.

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