Propaganda sionista desdibuja concepto de antisemitismo para criminalizar causa palestina

Durante más de 75 años, la élite gobernante de Israel ha sostenido un genocidio sistemático contra los palestinos, a quienes matan con total impunidad de “occidente” y les arrebatan sus tierras. Fiel al fascismo, los sionistas previamente han abonado el terreno comunicacional para validar, con mensajes, sus atrocidades que copian mucho del nazismo.

Un elemento importante en el ataque comunicacional de Israel – aparte de la insistente campaña de victimización en las películas de Hollywood- ha sido el señalamiento de “antisemita” a todo gobierno, pueblo, activista o simplemente artista que critique o condene a Israel por el asedio y asesinato masivo de palestinos.

En un silogismo cerrado y tramposo, los sionistas fusionaron los términos antisionista y antisemita, con la intención de perseguir, señalar y callar las voces que denuncien el genocidio en curso. Sobre esta base, ellos intentan hacer ver que el antisionismo va contra el judaísmo y que la ocupación de Palestina por parte de Israel es un movimiento religioso y no un proyecto colonial acompañado por intereses geopolíticos y alianzas imperialistas, explican las activistas Sumaya Awad y Daphna Thier en un artículo publicado hace un par de años en la revista Jacobin en español.

Las escritoras refieren que el sionismo nació del imperialismo europeo del siglo XIX. “En vez enfrentarse a las ideas reaccionarias y racistas que ganaban influencia en la época, Theodore Herzl y Max Nordau, los fundadores del sionismo, reaccionaron al creciente antisemitismo en Europa abogando por un Estado etnojudío independiente”, indican. Para lograr el éxito, los líderes sionistas basaron su propuesta en dos premisas: que el antisemitismo – más como una judeofobia- estaba presente siempre en la sociedad y que “la única forma de ganarse el respeto y la autonomía era convencer a las potencias imperiales de la utilidad de un enclave colonial judío en Oriente Medio”.

Herzl, Nordau y la Organización Sionista Mundial – prosiguen las activistas- se dieron cuenta de la necesidad de aplicar la brutalidad para sustituir a la población autóctona en el territorio palestino.

Muestra de ello son los propios escritos de Herzl, quien era periodista y quien reveló que desde el principio el plan era colonizar una tierra ya poblada con la ayuda de las potencias imperialistas.

Awad y Nordau indican que Herzl tenía como objetivo aliarse con países más fuertes como Gran Bretaña, “aunque también cortejó al Kaiser alemán, al Zar ruso e incluso al Sultán otomano, a quien Herzl ofreció ayuda para encubrir el genocidio armenio a cambio de recibir la autoridad sobre Palestina”.

A la par, los sionistas intentaron hacer ver que su movimiento colonialista era socialista, con la implementación de los kibutz (colectivos judíos) y promovieron la idea de que el sionismo era un movimiento de izquierdas.

No obstante, la realidad es que el sionismo, por su carácter excluyente, racista y discriminatorio, está más alineado a la ultraderecha. Así, “las organizaciones obreras sionistas adoptaron abiertamente una política reaccionaria”, cita el trabajo de Awad y Thier.

“En Rusia, los Trabajadores de Sion se organizaron activamente contra la inclusión de trabajadores no judíos en las acciones laborales. En Palestina, la Histadrut, fundada en 1920 como un sindicato exclusivamente judío, luchó por sustituir a los trabajadores árabes por trabajadores judíos en las fábricas y en las granjas”, relatan.

Durante décadas, fueron los kibutzim (trabajadores de los kibutz) elementos claves para la judaizar la tierra palestina y abrir paso a la hoy expansión sionista. Ellos “construyeron asentamientos solo para judíos en tierras palestinas, recurriendo a la fuerza para repeler cualquier intento palestino de reclamarlas. Los kibutzim también desempeñaron un papel fundamental en la Haganah y el Irgun, las milicias judías que llevaron a cabo masacres y campañas de limpieza étnica en Palestina en la década de 1940. Son los predecesores de la creciente red de asentamientos ilegales que hoy se extiende por la Cisjordania ocupada”.

Es por ello que el estado sionista de Israel, fundado sobre principios sionistas, está indisolublemente ligado a la discriminación, colonialismo y “limpieza étnica” de ese territorio.

Las leyes sionistas “favorecen a los ciudadanos judíos y niega a la mayoría de los palestinos el derecho al voto, a la compra de tierras, a la construcción de viviendas y a disfrutar de la igualdad de oportunidades laborales, la libertad de movimiento o el acceso a la atención médica (…) el resultado no es solo una sociedad antidemocrática: es un Estado de apartheid”, indican las escritoras.

Criminalizar con ejemplos

En 2016, los líderes de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (IHRA, por sus siglas en inglés) abonó aun más a la confusión de términos al adoptar una definición sobre lo que ellos creen que significa el antisemitismo, que luego fue acogida por el gobierno de Argentina en 2020.

“El antisemitismo es una cierta percepción de los judíos que puede expresarse como el odio a los judíos. Las manifestaciones físicas y retóricas del antisemitismo se dirigen a las personas judías o no judías y/o a sus bienes, a las instituciones de las comunidades judías y a sus lugares de culto”, expresa esta organización en su página web.

Esta definición va acompañada de situaciones a manera de ejemplos que más bien son bastantes confusas. Una de ellas es “denegar a los judíos su derecho a la autodeterminación (…) alegando que la existencia de un Estado de Israel es un empeño racista”, “aplicar un doble rasero al pedir a Israel un comportamiento no esperado ni exigido a ningún otro país democrático”, “establecer comparaciones entre la política actual de Israel y la de los nazis”, entre otras.

Ante esto, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de ese país alertó en un comunicado, emitido en aquella oportunidad, que estas ejemplificaciones confunden tres términos de distintas naturalezas, pretendiendo equipararlos. Estos son: sionismo, Estado de Israel y judaísmo. “De este modo se pretende igualar un movimiento político, con un Estado y una identidad cultural o religiosa. De esta errónea idea se desplaza fácilmente a sostener que la negación de estos términos también serían sinónimos, y por lo tanto antisionismo, antiisraelí y antisemitismo serían lo mismo”, dijeron.

Con esta adopción “el derecho a la libertad de expresión en torno a cuestiones cotidianas como la opinión crítica sobre un movimiento político, sobre opiniones políticas de algunas instituciones o sobre las políticas de un Estado terminan siendo prohibidas e igualadas a un crimen de odio”, indicó la organización que reiteró su rechazo a esta homologación de conceptos ya “que no es el camino correcto para luchar contra el antisemitismo”. Esto “termina condenando a quienes, como nuestra institución, luchamos por la defensa y promoción de los derechos humanos de todas las personas, incluyendo los derechos humanos del pueblo palestino”, agregaron.

Esta mezcolanza, que no es fortuita y ha sido planeada con mucho tiempo por los sionistas en redes digitales y grandes medios, despertó el rechazo de otras organizaciones sociales de Argentina y del mundo, por buscar paralizar la lucha a favor de la causa Palestina y generar, a la vez, confusión en aquellos que ven en las marchas y protestas pro-palestinas a judíos antisionistas. Entre ellos están los grupos ultraortodoxos Neturei Karta que se oponen al genocidio palestino y a la conformación del Estado de Israel, ya que creen que éste se establecerá “con la llegada del Mesías”.

“Asesinos y terroristas que operan como una banda de gánsters”

El rabino Meir Hirsh, nieto del fundador de Neturei Karta, Aharon Katzenelbogen, ofreció declaraciones hace cuatro años al medio Diario Vasco, al que le ratificó que el sionismo lo que ha hecho es “despertar el odio mundial hacia lo judío”.

“Judaísmo y sionismo son incompatibles porque han arrancado de raíz nuestra esencia, están sedientos de sangre, son unos asesinos y unos terroristas que operan como una banda de gánsters que han logrado sus objetivos por la fuerza”, expresó. El líder religioso no dudó en tachar a los movimientos sionistas que manejan el poder en Israel ya que “cometen crímenes muy graves contra el pueblo palestino y lo hacen en nombre del pueblo judío”. “Es por eso que debemos sacudirnos esta culpa y declarar al mundo que estos crímenes van contra lo que dice la Torá y en contra de Dios. No tienen ningún derecho a controlar esta tierra. Ninguno”, exclama Hirsh.

En su discurso, llamó gueto a la Franja de Gaza, enclave palestino que es asediado desde el 2007 por un bloqueo sionista y que desde hace 26 días es blanco de un cruento bombardeo israelí, amparado por Estados Unidos y Europa, que ya deja a más de 8.300 palestinos asesinados, entre ellos 3.500 niños.