Piedad Córdoba, más de medio siglo dedicado a la paz

“La gran mayoría del pueblo no tiene en su conciencia que tiene que luchar por sus derechos, de que tiene que trabajar por ello”, decía la luchadora y activista afrocolombiana Piedad Córdoba en una de sus últimas entrevistas ofrecidas a un medio de ese país.

En dicha conversación, dada hace casi un año a la revista Semana, Piedad insistía en que la única fórmula para derrotar al neoliberalismo y la miseria era empoderando al pueblo. “Yo le decía a la gente del Pacto Histórico – movimiento liderado por el actual presidente colombiano, Gustavo Petro- que tenemos que hacer asambleas ciudadanas, porque la discusión no se agota en el Parlamento, porque la discusión tiene que ser con la gente, en la calle con los negros, con los indígenas y con las mujeres”.

Y el debate con el pueblo, junto a las comunidades más golpeadas por años de desigualdad y conflicto armado en su país, fue su bandera de lucha. En sus casi 36 años de carrera política y más de 50 de batalla social, a Piedad Córdoba se le conoció por su franqueza, coherencia y firmeza a la hora de batallar por un país más justo y pacificado, y de enfrentar a la extrema derecha imperial.

Usualmente se le veía llevar trajes coloridos, turbantes y accesorios autóctonos, características de las comunidades afros a la que ella pertenecía y defendió incansablemente.

En una entrevista al programa Confesiones de REDMÁSTV, Córdoba rememora su infancia, en su natal Medellín, que estuvo marcada por el amor y la disciplina que le infundieron sus padres, quienes eran maestros y docentes. En este espacio televisivo, ella cuenta que desde muy chica fue víctima del racismo y la discriminación. “La que nos enseñó realmente a querernos, a mí y a mis hermanos, fue mi mamá. Ella nos enseñó a tener el autoestima que tenemos, a ver lo bello que es ser negro o negra. Nos enseñó sobre música y poesía, y todo eso que es tan hermoso en la negritud”, dijo.

Fueron sus padres los que le inculcaron también los principios de justicia y lealtad, valores de los que nunca se divorció y que sirvieron de punta de lanza para toda su carrera política.

En 1977, Córdoba se graduó de abogada en la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín y obtuvo especializaciones en Derecho Laboral, Desarrollo Organizacional y Opinión Pública.

Desde muy joven comenzó su andar político, siendo una reconocida lideresa por los derechos indígenas, mujeres y comunidades negras en la capital antioqueña. Para 1994 fue elegida como senadora de la República, hazaña que repitió en 1999. Fue a partir de este momento que Piedad comenzó a recibir ataques de la extrema derecha, especialmente de los grandes medios y del sector aliado al narcopolítico y expresidente Álvaro Uribe (2002-2010) uno de sus enemigos más acérrimos por apostar a la violencia y a las políticas de EEUU que, en su afán de asesinar a los líderes de los movimientos insurgentes armados, como las otrora Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército de los Pueblos (FARC-EP), sembró destrucción en los campos colombianos.

Por el contrario, Córdoba abogó siempre por el Acuerdo Humanitario, una salida negociada, dialogada y pacífica que incluyera a todos los involucrados del conflicto, especialmente a los más indefensos ante el aparato represivo estatal: el campesinado e indígena desplazado y al guerrillero.

Convencida en asentar la paz, la senadora viajó en 2007 a Caracas a pedir al entonces presidente Hugo Chávez ser mediador por la pacificación de la nación neogranadina. Durante el Aló Presidente del 15 de agosto de aquel año, y firme sin vacilar, Córdoba le expresó al líder bolivariano: “Yo creo que la comunidad internacional no puede ser indiferente con lo que pasa en Colombia. Los colombianos estamos sufriendo enormemente, muchísimo y yo creo que Ud presidente Chávez, que ha tenido el valor, la humanidad y el compromiso de darle la mano a muchos, yo quiero pedirle hoy desde aquí que hable con el presidente Uribe (…) y que le diga que es necesario en Colombia el Acuerdo Humanitario, que lo necesitamos”.

Frente a las cámaras, Córdoba resaltó el ideal bolivariano de paz y de solidaridad enarbolado por Chávez, a quien valoró siempre como insigne luchador de la unidad latinoamericana. “Muchos de los que estamos aquí aspiramos a una Latinoamérica distinta. Yo pienso que es Ud quien nos puede dar la mano con los demás presidentes para que en Colombia cese la miseria, pero sobre todo cese el horror de la guerra (…) yo sé que Ud lo puede hacer, yo sé que Ud lo quiere hacer”.

Ante esta petición, Chávez aceptó y gracias a esta mediación y luego de un arduo trabajo por parte de Córdoba se lograron los contactos y acercamientos con las FARC-EP que ayudaron en varias liberaciones y canjes por guerrilleros presos.

Sin embargo, todo este esfuerzo fue blanco de saboteo por parte de la oligarquía bogotana y EEUU, quienes instruyeron a Uribe a poner fin a la participación de Chávez. A pesar de todos los intentos fracasados de estos sectores, el esfuerzo de Córdoba, Chávez y otros líderes de la región vieron frutos para que se lograran las liberaciones de los políticos Clara Rojas, Consuelo González así como de Gloria Polanco, Jorge Gechem, Orlando Beltrán y Luis Eladio Pérez.

Tras estos éxitos, Córdoba funda la organización Colombianos y Colombianas por la Paz, un agrupación que dedicó años de trabajo y conversaciones para lograr el intercambio de rehenes por la guerrilla y guerrilleros presos.

Por dicha hazaña en pro de la paz en Colombia, en 2009 Córdoba fue nominada por el artista argentino Adolfo Pérez Esquivel al Premio Nobel de Paz.

La senadora también fue artífice del Acuerdo de Paz del 2016 que rubricaron las FARC-EP y el gobierno del entonces presidente Juan Manuel Santos. A partir de este momento, la activista fue fiel defensora de los derechos de los firmantes, quienes comenzaron a ser asesinados por paramilitares a favor de la derecha.

“Toda mi vida trabajé por un Acuerdo de Paz, y lo volvería a hacer si fuese necesario”, llegó a expresar a Semana.

Aunque su principal objetivo era la pacificación de su país, Córdoba también luchó en vida a favor de otra Colombia más justa y equitativa, por lo que siempre defendió proyectos de ley a favor de las mayorías y nunca dudó en defender en público a las revoluciones Cubana y Bolivariana de Venezuela. Esto le valió la persecución y la satanización por parte de la derecha local, latinoamericana y global. Así, fue acusada, sin fundamentos, por mantener vínculos con las FARC-EP, señalamientos que la llevaron a una inhabilitación política por 18 años en 2010. No obstante, seis años después, el Estado revierte esta decisión.

La activista fue también unas de las precursoras del Pacto Histórico, por lo que apoyó y celebró la llegada del presidente Petro al poder, en agosto de 2022.

Ese mismo año, Córdoba fue reelecta como senadora, y en su cuenta de X (anterior Twitter) publicó un escrito de cuatro páginas en el que reafirmó sus convicciones por una Colombia más próspera y justa.

“Retorno al Congreso un 24 de julio, día de natalicio de nuestro libertador Simón Bolívar y día en que en 1823 se sellara la plena independencia de la Gran Colombia, cuando un mulato guajiro llamado José Prudencio Padilla derrotara a la otrora armada invencible española en la Batalla Naval del Lago de Maracaibo. No son coincidencias”, expresó en el texto, publicado ese año mientras estuvo internada en un centro de salud.

En ese mismo comunicado, la senadora expresó: “Mientras respire seguiré firme en mis ideas por las que he luchado desde hace casi 50 años: la democracia y la paz”.

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