Golpe blando: la práctica oligárquica que está cobrando fuerza en Colombia

Desde agosto pasado, cuando el presidente Gustavo Petro ascendió al poder en Colombia, la derecha de ese país no ha descansado en su afán de socavar al gobierno del Pacto Histórico, el primero de izquierda en la historia colombiana.

A menos de un año de gobierno, Petro ha denunciado reiteradamente que la oligarquía viene gestando una estrategia de golpe blando, esquema muy usado por ejes de poder local que responden a intereses de Estados Unidos (EEUU).

Las advertencias las hace el mandatario en un contexto político convulso, marcado por unos audios publicados por la revista uribista Semana en el que se oye al exembajador de Colombia en Venezuela, Armando Benedetti, presuntamente chantajear a la ahora ex jefa de gabinete, Laura Sarabia. Asimismo, el exdiplomático – quien en un pasado militó con los derechistas expresidentes Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos- asoma supuestas irregularidades en el financiamiento en la campaña electoral de Petro.

Esto ha generado que políticos de la ultraderecha – como el excandidato presidencial Federico Guitérrez y el senador Miguel Uribe- formalicen denuncias ante la Comisión de Acusaciones del Congreso, con el fin de acabar con el gobierno actual y encarcelar a Petro, tal y como lo denunció el jefe de Estado durante un discurso frente a una multitud que se concentró en Bogotá para ratificar el apoyo al Presidente.

La intención de la derecha – autores del golpe blando- es hundir las “reformas de la justicia social en el Congreso de Colombia”, agregó Petro.

La idea, es “hacer lo mismo que se hizo en Perú: llevar al Presidente a la cárcel por un nuevo presidente no elegido por el pueblo, que sería el que vayan a elegir el semestre entrante como presidente del Congreso de la República”, citan varios medios.

“Se llama eso un golpe blando, es un golpe de Estado, es un golpe contra la voluntad popular”, aseveró, el mandatario, quien recibió apoyo de varias manifestaciones en todo el país.

Foto: Presidencia Colombia

¿De qué se trata el golpe blando?

Con el pasar de las décadas, y medida que los pueblos de Suramérica fueron derrocando las dictaduras aupadas por Washington a finales del siglo XX, y que dejaron una huella oprobiosa de encarcelamientos, torturas, muertes y desapariciones, la Casa Blanca y los ejes de poder estadounidense se reorganizaron para trazar nuevos estratagemas para buscar frenar o acabar con cualquier gobierno de izquierda en la región.

Así, los actores foráneos y las derechas locales se articulan para poner en marcha los llamados golpes blandos, una táctica que consiste en abrir varios frentes que, a simple vista, parecen desarticulados pero tienen un objetivo común: un golpe de Estado o una “transición de poder forzosa”. Entre los ataques están guerras mediáticas en las redes (con la difusión de fakenews que incitan al descontento social), saboteos económicos y financieros (devaluación de la moneda e inflación inducida) y politización del sistema judicial para meter tras las rejas a líderes y presidentes progresistas, entre otros.

El ideólogo y arquitecto de este plan, Gene Sharp, explica en su libro “De la Dictadura a la Democracia” que los golpes blandos se diferencian de los golpes tradicionales, ya que, según él, “no se aplica la violencia”. Sin embargo, aclara que la meta sigue siendo la misma: deponer a un presidente legítimo del cargo.

Para Sharp, la “guerra cuerpo a cuerpo” no es eficaz, además que implica altos costes monetarios y de movilización. Por esta razón, EEUU desde hace unos años para acá, no prioriza la invasión militar como lo hizo en Irak y Afganistán a principios de siglo; y, en décadas pasadas, en los casos de Panamá o República Dominicana.

Para el periodista Luis Bruschtein- según cita Telesur, se trata de revestir “a una minoría en mayoría, amplificar sus reclamos, crispar las controversias y enfrentamientos y desgastar a la verdadera mayoría que gobierna, hasta hacerla caer por medio de la farsa judicial” o “parlamentaria para forzar una intervención extrajera”.

Es por ello que la derecha busca encausar judicialmente a Petro en el Congreso. A esta campaña se suman los ataques de la procuradora general de Colombia, Margarita Cabello, – muy allegada al exmandatario Álvaro Uribe- contra congresistas y militantes del Pacto Histórico. La funcionaria ha citado a varios de los legisladores de este grupo, con la intención de suspenderlos y perseguirlos, y con ello, dificultar en el Congreso las reformas del Presidente.

Otros de los ataques proviene de parte del fiscal General de la Nación, Francisco Barbosa, quien, en una emisora radial, llamó abiertamente a la fuerza pública a la sedición.

De igual forma, Petro denunció en mayo pasado una conspiración por parte de factores militares que buscan gestar un Golpe en su contra.

En aquella oportunidad, el jefe de Estado colombiano alertó que junto a los efectivos del Ejército hay fracciones empresariales vinculadas con dinero del narcotráfico que buscan derrocarlo.

Apoyo incondicional

A la vez que el líder de la izquierda colombiana es blanco de estas campañas, el pueblo de ese país y de América Latina y El Caribe no han dudado en ratificar su respaldo al Pacto Histórico.

Cuatrocientos líderes del mundo – entre ellos catedráticos, intelectuales, funcionarios de otros gobiernos y pensadores- enviaron una carta a Petro en la que, además de afianzar su apoyo al mandatario, también advierten que sobre su gobierno se cierne un golpe blando, también denominado golpe suave.

“A menos de un año de la toma de posesión del gobierno de Petro, están desplegando el poder institucional combinado de los organismos reguladores, los conglomerados mediáticos y la rama judicial del país para detener sus reformas, intimidar a sus partidarios, derrocar a sus dirigentes y difamar su imagen en la escena internacional”, señalan en el escrito.

“El objetivo de esta campaña coordinada es claro: proteger los intereses de los poderes tradicionales de Colombia de las reformas populares que aumentarían los salarios, mejorarían la atención médica, protegerían el medio ambiente y llevarían la ‘paz total’ al país”, alertan los firmantes, entre quienes están los expresidentes Rafael Correa y Ernesto Samper, el premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel; el catedrático estadounidense Noam Chosmky, el líder de Francia Insumisa, Jean-Luc Mélechon y el presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Jorge Rodríguez.

No es la primera vez que la derecha local, junto con fracciones imperialistas, trama un golpe blando contra un gobierno legítimo en la región.

Con la ascensión al poder de la izquierda en América Latina y El Caribe, hace 23 años, EEUU comenzó a planificar arremetidas de este tipo, algunas con éxitos y otras no.

Entre los blancos de golpes blandos fallidos están los presidentes Hugo Chávez (Venezuela, abril 2002) y Rafael Correa (Ecuador, septiembre del 2010), a quienes los pueblos defendieron y lograron revertir las embestidas. No obstante, los golpes blandos contra Manuel Zelaya (Honduras, 2009), Fernando Lugo (Paraguay, 2012), Dilma Rousseff (Brasil, 2014), Evo Morales (Bolivia, 2019) y Pedro Castillo (Perú, 2022) lamentablemente sí tuvieron éxito.

De igual forma, durante esos gobiernos y bajo las administraciones de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner (Argentina, 2003-2015), Hugo Chávez y Nicolás Maduro (Venezuela, 1999-actual), Luiz Inácio Lula Da Silva (Brasil, 2003-2011 y actual) y Daniel Ortega (Nicaragua, 2007- actual) se han gestado golpes blandos y dilatados muy parecidos a las que Petro hoy afronta: lawfares, saboteos a proyectos y leyes a favor del pueblo, campañas de descréditos en las redes digitales y medios, incitación al descontento -tanto civil como militar- y agresión internacional, expresada en bloqueos o medidas coercitivas al margen de la Carta de la ONU.

Foto: Presidencia Colombia

El golpe en etapas

El golpe blando no es una estrategia que se activa de un día para otro.

La analista María Barza García, investigadora del Centro de Investigación de Política Internacional de Cuba, explica que, una vez centrado el gobierno objetivo, las fracciones de poder derechista activan la componenda violenta ideada de Sharp en varias etapas.

En primer lugar – detalla- está lo que se denomina el ablandamiento. “En esta etapa juega un papel muy importante los medios de comunicación y, en actualidad, las redes sociales”, en donde se exagera y redimensionan inconformidades de pequeños grupos.

Posteriormente viene la etapa de deslegitimación, momento en el que se difunden falsos mensajes de supuestos “violaciones de los derechos humanos y de los derechos individuales” (…) que va a provocar un calentamiento de las calles con manifestaciones violentas”.

Durante esta campaña de descrédito se activa la agenda internacional en instancias extraterritoriales, con la que se desprestigia al gobierno y al Estado para intentar fracturar la soberanía del país víctima.

“Uno de los países más afectados por los golpes blandos es Venezuela”, nación a la que EEUU ha direccionado ataques en varios ámbitos sin éxito, especifica la analista. Los constantes fracasos han sido “gracias a la unión cívico-militar de Venezuela”, refiere. “No siempre tienen éxito estos golpes blandos cuando chocan con la resistencia de nuestros pueblos”, agregó.

Barza resalta que hace unos años atrás la derecha usaba los medios tradicionales, pero ahora el nuevo terreno son las redes digitales, en las que grandes empresas, como Google y Meta (que maneja Facebook, Whatsapp e Instagram) accionan el llamado algoritmo. Con esta herramienta, dice, los golpistas facilitan la labor desestabilizadora.

“Esta realidad de las redes sociales plantea un reto extraordinario para la izquierda latinoamericana y mundial”, dice. Se trata de crear un falso escenario con mensajes segmentados “que circulan en contra de los gobiernos legítimos, sin tener en cuenta en realidad las causas reales de las crisis del capitalismo”, detalló.

Foto principal: Presidencia Colombia

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