Fruto Vivas, el arquitecto que priorizó a la naturaleza en el diseño

El pueblo venezolano amaneció este 23 de agosto con la lamentable noticia de la partida física del arquitecto y maestro venezolano Fruto Vivas.

Su paso a la inmortalidad no solo enluta al mundo del diseño y arquitectura, sino a todo el pueblo venezolano a quien este honorable creador le dedicó toda su vida.

“Sí, partió a otro plano, pero ese fruto no ha muerto. Dedicó sus 34 mil 548 días a regar semillas de amor y conciencia por la Tierra, por la Naturaleza, por la Vida. Gracias, Venezuela, por haber parido al maestro Fruto Vivas, arquitecto de una humana Humanidad”, expresó el ministro para la Cultura, Ernesto Villegas, en su cuenta Twitter.

Una vida a favor de la naturaleza

En su extensa carrera, Vivas centró la integración de la naturaleza en la vida del hombre. Con una enorme creatividad y capacidad de invención, este arquitecto venezolano se propuso a aprender, aprovechar y emular los diseños y bondades de la Madre Tierra. Para él, no había concreto y tecnología que superaran la sabiduría del orden natural.

Nació como José Fructuoso Vivas el 21 de enero de 1928 en el estado fronterizo Táchira.

Desde muy joven y aun sin estar titulado comenzó a diseñar novedosas estructuras como la Iglesia Santa Rosa en Valencia, Carabobo, y el Club Táchira, en Colinas de Bello Monte, Caracas.

Obtiene su título de arquitecto en 1956 en la Universidad Central de Venezuela y, sin dejar de diseñar, militó en el Partido Comunista de Venezuela en el proceso de lucha armada bajo el régimen de la era puntofijista.

En su extensa carrera como arquitecto creó numerosos diseños tales como el hotel Moruco, en Santo Domingo (Mérida), la Iglesia Divino Redentor y Plaza de la Unidad Vecinal de la Concordia, San Cristóbal; así como el hotel La Montaña (Táchira). También fue el creador del Complejo de Árboles para la Vida en Lecherías (Anzoátegui) y la Quinta El Palmar (La Guaira).

Su ingenio atrajo a grandes maestros de la arquitectura, como Oscar Niemeyer, con quien compartió durante un buen tiempo y diseñó el Museo de Arte Moderno de Caracas (obra no construida).

“Niemeyer pasa tres meses en Venezuela y en esos tres meses los pasa en mi oficina (…) estaba diseñando él Brasilia, y fue en mi oficina que se diseña el Palacio de la Alvorada”, dijo en 2017.

La obra más emblemática de Vivas fue la Flor de Venezuela, diseñada en el año 2000 para la Exposición Universal de Hannover, en Alemania. Se trata de un edificio de 18 metros que combina dos elementos claves de la biodiversidad venezolana: La orquídea y los Tepuyes de la Gran Sabana.

El pabellón fue el segundo más visitado en aquella actividad y, en 2008, fue trasladado a Barquisimeto, Lara en donde está actualmente.

El techo de este edificio – decretado Patrimonio Nacional- consta de 16 pétalos de diez metros en forma de orquídea que se abren si hay sol y se cierra si se asoma la lluvia. Adentro, se exhibe en perfecta armonía la riqueza de la flora y fauna venezolana representada en 200.000 plantas y 2.600 peces en peceras. Además, hay una biblioteca, un anfiteatro así como varias salas de conferencias y exposiciones.

La sensibilidad social y lucha constante por el bienestar del hombre acercaron a Vivas al comandante Hugo Chávez en 1994. Tiempo después, ya en plena Revolución Bolivariana, Vivas emprende trabajos en conjunto con el Gobierno tales como el Eje Norte Llanero, para la recuperación del llano venezolano y Eje Orinoco-Apure para la Faja Petrolífera del Orinoco. También mencionó que colaboró con el Parque La Carlota, en Caracas.

El arquitecto también trabajó en la Capilla de la Esperanza en el Hospital Militar Dr. Carlos Arvelo, en Caracas, mientras el comandante Chávez pasaba por su proceso de recuperación en este lugar.

Sin embargo, tras enterarse de la partida física del líder bolivariano, en marzo del 2013, diseñó en tiempo récord la Flor de los Cuatro Elementos, estructura en el Cuartel 4F, lugar de descanso del Comandante.

“Chávez debe descansar sobre una flor. Fue realizada en una velocidad extraordinaria en dos días se hizo”, dijo en aquella oportunidad.

La obra representa el fuego, al viento, la tierra y el agua; emulando la metáfora del “renacer de la patria”.
“¡Qué hermoso quedó el Mausoleo y que las fotografías desde arriba, se puedan apreciar los cuatro guardias, y ver cumplir lo que les pedí que Chávez descansara sobre una flor!”, expresó.

Las condecoraciones y homenajes no faltaron en la vida de Frutos Vivas. Fue ganador del Premio Nacional de Arquitectura en 1987 y en el 2000 se le otorgó el Premio Nacional del Hábitat. También recibió el título Doctor Honoris Causa en Arquitectura por la UCV y fue nombrado profesor honorífico en varias casas de estudios del país.

Sin embargo el premio más grande que recibió el maestro Vivas es ver al pueblo venezolano recordarlo como ese incansable diseñador que honró a la naturaleza y que aprendió de ella para integrar al ser humano en su centro en perfecta armonía.

“Yo he hecho un solo proyecto, sentar mi pensamiento en una sola idea: unir a la naturaleza a la arquitectura como hacer una simbiosis por una razón muy sencilla. Los árboles son la única estructura biológica que con el sol nos permite darnos comida, oxígeno y clima, no hay más maravilloso que sentarse a la sombra de un árbol. Ninguna casa, ningún corredor, ningún aire acondicionado supera la frescura de un árbol en medio del desierto (…) quiero decir emular toda la maravilla de los árboles como hecho biológico”, llegó a expresar.

Compártelo: