EEUU busca perpetrar genocidio étnico en exrepúblicas soviéticas

El racismo, xenofobia y desprecio del imperialismo estadounidense hacia los pueblos de las exrepúblicas soviéticas no tiene límites. El vicesecretario del Consejo de Seguridad ruso, Alexéi Shevtsov, denunció recientemente que Washington está desarrollando armas biológicas letales en países vecinos a Rusia, pertenecientes a la Comunidad de Estados Independientes (CEI).

Las referidas armas letales están dirigidas contra determinados grupos étnicos de esos países, por lo que ellos recogen el ADN para ese fin, dijo el funcionario, citado por RT.

Shevtsov detalló que el país norteamericano intenta aislar cepas de microorganismos súper resistentes a antibióticos en circulación, e investiga dar con la posibilidad de contagiar a humanos de enfermedades graves que padecen animales, como la brucelosis y la gripe zoonótica.

Estos laboratorios estaban anteriormente localizados en Ucrania, operando bajo el amparo del régimen de Volodirmir Zelensky pero, tras la denuncia por parte del Kremlin, éstos fueron mudados y ahora están en naciones del CEI.

“Después de que los estadounidenses tuvieran que reducir una serie de proyectos en Ucrania, su actividad en el espacio de la CEI ha aumentado”, alertó Shevtsov quien agregó – citado por el medio ruso- que Washington “está intentando transferir bioprogramas a otros países, establecer el control sobre la investigación biológica, acceder a sus resultados, reunir colecciones de biomateriales y agentes patógenos, incluidos los especialmente peligrosos”.

El vicesecretario añadió que luego de las denuncias y divulgación de estos planes, ahora el país norteamericano es más cauteloso. “El Pentágono tiene ahora que mimetizarse, enmascarar el enfoque de sus proyectos, ocultarse tras institutos de investigación ‘civiles”, explicó.

En sus declaraciones, Shevtsov recalca las cepas resultantes de estas investigaciones – que en primera instancia serían usadas en una guerra biológica- ponen en peligro a toda la humanidad, ya que podrían causar epidemias y hasta pandemias mortales.

240 agentes infecciosos

En marzo del 2022, tras el inicio del operativo especial militar para desnazificar el Donbás (anteriormente en Ucrania), el gobierno ruso sacó a la luz papeles y documentación que constatan que EEUU y la Organización del Tratado de Atlántico Norte (OTAN) instalaron cerca de 30 laboratorios clandestinos en Donetsk, Lugansk y Jersón – cerca de Rusia-, para desarrollar potentes armas biológicas, que mataban a determinadas etnias.

Posteriormente, el gobierno ruso reiteró que dichos laboratorios en Ucrania eran financiados por el Departamento de Defensa estadounidense. Los científicos involucrados intentan obtener de forma secreta virus que pueden ser transmitidos por mosquitos, como el dengue, tal y como hizo EEUU contra Cuba en 1981, epidemia que acabó con la vida de más de 150 personas, entre ellas 101 niños.

En abril pasado, el jefe de las Tropas de Defensa Radiológica, Química y Biológica de las Fuerzas Armadas de Rusia, teniente general Ígor Kirílov, ya había alertado que especialistas castrenses rusos descubrieron y analizaron casi 240 patógenos de enfermedades peligrosas en laboratorios biológicos clandestinos en Ucrania.

Según informó Telesur, Kirílov detalló que para aquella oportunidad se habían hallado, en cuatro laboratorios, agentes causantes del ántrax y cólera, enfermedades con altas tasa de letalidad.

Los laboratorios en Ucrania son operados a través del programa militar de la Agencia de Reducción de Defensa de EEUU (DTRA, por sus siglas en inglés) y patrocinados por el Pentágono con financiamiento de 2.100 millones de dólares, detalla Telesur, medio que agrega que tres empresas privadas estarían involucradas en este proyecto. Se trata de Southern Research Institute, Black & Veatch y Metabiota Inc. Esta última compañía está relacionada con Hunter Biden, hijo del presidente estadounidense Joe Biden.

Luego de estas denuncias, las corporaciones mediáticas a favor de occidente, como The New York Times, la agencia EFE, CNN, Reuters y demás compañías, se encargaron de subestimar las alertas del Kremlin e intentaron hacer ver que Rusia no tenía pruebas de la existencia de dichos laboratorios, instalaciones que llegaron a catalogar de inexistentes.

Sin embargo, la subsecretaria de Estado norteamericana, Victoria Nuland, fue más allá y reconoció, en 2022 y ante el Senado, la existencia de los laboratorios. No obstante, en una forma de revertir el daño de su afirmación, Nuland aseveró que las fuerzas de su país trabajaban junto con agentes del régimen de Zelensky para “evitar” que estos espacios -en los que científicos clandestinos alcanzaron etapas avanzadas de experimentos con potentes virus- “cayeran en manos de los rusos”.

Frente a ello, el jefe del Comité de Seguridad de la Duma (Cámara baja del Parlamento ruso), Vasili Piskariov, denunció que “el Pentágono ha revivido las prácticas de la Alemania nazi y el Japón militarista”, al permitir que laboratorios militares estadounidenses experimenten con personas y, paralelamente, dirigir enormes fondos en sobornar al Gobierno ucraniano para ocultar sus experimentos inhumanos.

Antes del inicio del operativo especial ruso en Ucrania, el gobierno de Zelensky había adoptado prácticas neonazis, de persecución y exterminio contra de la población rusoparlante; políticas silenciadas y amparadas por la Casa Blanca y sus socios de la Unión Europea.

Para proteger a esta población – y a petición de los gobernadores locales del Donbás- el presidente Vladimir Putin activó el plan militar para desnazificar a la región. Desde entonces, EEUU ha empujado a Ucrania a una confrontación bélica con Moscú y para ello ha destinado mil millonarias sumas de dinero en armamento (incluidas las proscritas bombas racimo) que es usado también en contra de la población civil rusa, ataques que se inscriben en delitos de lesa humanidad.

Ahora se comprueba que Washington intenta perfeccionar el genocidio selectivo contra los ex soviéticos y usará, una vez más, a las fuerzas ucranianas al mando de Zelensky para perpetrar este macabro plan, que comprende una guerra bacteriológica.

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