(Foto: prensa latina)

Descontento social mantiene a los panameños en las calles

La ola de protestas que se vive actualmente en Panamá, producto del alto costo de la vida y la corrupción imperante en el país, pica y se extiende.

Esta semana, el número de manifestaciones en las calles se han incrementado, pero ha sido desde el mes de mayo, cuando se dio una marcha en Ciudad de Panamá, liderada por diversas organizaciones sociales, que se desencadenó la situación de protesta. 

En aquella oportunidad, representantes de estas organizaciones entregaron frente a la casa de gobierno, un documento donde reclamaban, entre otras, el aumento en los precios del combustible y el alto costo de la vida.

Posteriormente, el 28 de junio se realizó una segunda marcha, precisamente por las carentes respuestas del gobierno de Laurentino Cortizo a las peticiones planteadas en mayo. 

Tras los reclamos, el presidente anunció un conjunto de medidas, como la disminución del precio del galón de combustible y la congelación en el costo de 10 productos de la canasta básica familiar, pero estas fueron consideradas ineficientes, por lo que han mantenido e incrementado el reclamo en las calles. 

Gremios como el de la salud, transportistas, educadores, constructores, entre otros, también se han sumado a la protesta colectiva, anunciando en algunos casos, paro de 72 horas hasta recibir respuestas satisfactorias por parte de gobierno. 

Este jueves, Cortizo anunció el inicio del proceso de diálogo con representantes de los diversos sectores. 

A través de su twitter ha dicho que la puesta en marcha de estas conversaciones servirán “para encontrar soluciones viables a los problemas que afectan a la sociedad”.

Pero esta situación no es fortuita y mucho menos reciente. Tal y como lo señala la profesora de Filosofía de la Universidad de Panamá, Abdiel Rodríguez Reyes en su artículo Panamá: organizar la indignación “El país se encuentra ante una crisis estructural como consecuencia de más de cuarenta años de políticas neoliberales y de un sistema de partidos derechizado” y ante la coyuntura “la vía es organizar la indignación, aprovechando la acumulación histórica y coyuntural, con miras a sentar las bases para un proyecto político alternativo (…) La tarea colectiva en lo táctico sería pensar en las próximas elecciones, y en lo estratégico en las profundas transformaciones que requiere el país”. 

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