Arévalo gana en Guatemala y rompe con décadas de conservadurismo

Contra todo pronóstico, el candidato Bernardo Arévalo ganó las elecciones presidenciales de Guatemala celebradas este domingo. El académico, abanderado por el Movimiento Semilla (MS), logró el 58% de los votos frente al 37% obtenido por la derechista Sandra Torres de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE).

Estos resultados contrastan con los arrojados en la primera ronda, celebrada el pasado 25 de junio, en el que Arévalo no era el favorito, con el 15 % de sufragios frente al 21 % logrado por Torres.

Además de campañas en su contra – que lo tachan de ser “comunista”-, el partido de Arévalo tuvo que afrontar un intento de proscripción por parte de los candidatos derechistas y ultraconservadores que intentaron, por todas las vías de impedir su triunfo.

Al MS se le acusó de supuestamente falsificar las firmas de ciudadanos para el proceso de autorización del mismo. Sin embargo en julio, la Corte de Constitucionalidad de Guatemala emitió un fallo que dejó sin efecto la inhabilitación.

El conservador más progresista

Arévalo está considerado como el presidente más progresista desde el retorno de la democracia hace casi 40 años, tras la cruenta dictadura derechista de Efraín Ríos Montt que causó crímenes de lesa humanidad y genocidios, régimen amparado por Estados Unidos (EEUU).

Desde 1986, el país ha sido manejado por gobiernos conservadores, con una amplia inclinación hacia el ultraderechismo, que se ha enquistado en el poder desde entonces.

Frente a ello, y debido a la desesperanza generalizada, surgió el MS, del que el mandatario electo es secretario general. Se trata de una agrupación de académicos y jóvenes profesionales que nació en 2015 en medio de las protestas contra la corrupción de partidos tradicionales, marchas y manifestaciones que condujeron a la renuncia del entonces presidente Otto Pérez Molina.

Arévalo, de 64 años, sociólogo, doctor en filosofía y antropología social, es hijo del expresidente Juan José Arévalo, quien gobernó al país entre 1945-1951, luego de la Revolución de 1944. En esos seis años, Arévalo padre promovió políticas eficientes y reformas sociales a favor de los más desposeídos en el país centroamericano, bajo una doctrina propia que también fue tachada desde Washington como “comunista”. Esta etiqueta le valió a Juan José Arévalo numerosos intentos de golpes de estado y la persecución de la ultraderecha.

El hoy triunfador electoral aclaró a la prensa: “yo no soy mi padre, pero recorro el mismo camino que él construyó y lo vamos a recorrer juntos como pueblo, tengo el mismo anhelo que él y los revolucionarios de 1944”.

El político nació en Uruguay en 1958, durante un largo exilio de su familia por la persecución del régimen que retomó el poder – aupado por la Agencia Central de Inteligencia, CIA- y derrocó al presidente Jacobo Árbenz Guzmán en 1954.

Aunque Arévalo es considerado de izquierda y progresista, mantiene ciertas posturas conservadoras sobre temas sociales, tal y como lo hacen las mayorías del país que profesan el catolicismo conservador (45 %) y el protestantismo cristiano (42 %).

Es por ello que defiende el estatus legal actual de Guatemala que prohíbe al aborto – y cuyas leyes penales se endurecieron durante el gobierno actual de Alejandro Giammattei- y no profesa legalizar al matrimonio igualitario. No obstante fue enfático al asegurar que en su gobierno no caben discursos de odio y discriminación, por lo que se respetarán los derechos de todos sin importar etnia, raza, religión y género.

En otro tema, en una entrevista reciente, el político se mostró abierto a la posibilidad de legalizar el uso medicinal de la marihuana.

“Hay que plantarle cara al narcotráfico, pero parte de ese esfuerzo, es quitarse de encima ciertos problemas y uno de ellos es el tema de la marihuana en donde hay mucho recurso policial que se va y que, realmente, podría estar mejor utilizado en combate de drogas duras. Nuestra posición es descriminalizar para efectos médicos”, llegó a expresar.

Cero corrupción

Durante su campaña, el candidato ganador prometió fortalecer la institucionalidad para combatir a la creciente corrupción, que ha concentrado la riqueza en pocas manos y ha generado altos índices de pobreza y violencia.

Según datos de una encuesta reciente, solo el 7 % de la población del país (1.1 millones de 17 millones en total) cree en la Presidencia, el 58.44 % (10 millones de guatemaltecos) están en condición de precariedad y el 1% de la población más rica posee la misma riqueza que la mitad más pobre de la población, según datos de Oxfam.

La nación centroamericana, además, es un país de origen y de tránsito de migrantes hacia el norte, población que se desplaza por el acoso de grupos violentos y pobreza generalizada que ha legado la aplicación, en décadas, de políticas neoliberales apoyadas por EEUU.

“Las (medidas) más urgentes van a ser todo lo relacionado a la lucha contra la corrupción, porque sin lucha contra la corrupción no vamos a poder rescatar las instituciones que necesitamos para generar el desarrollo (nacional)”, dijo Arévalo a la agencia AFP.

Guatemala “necesita honradez y decencia para hacer que venga el desarrollo. Necesitamos dejar de ser el vagón de cola del desarrollo de América Latina, (es) un país riquísimo, con un pueblo muy trabajador, empobrecido por una clase avariciosa que se apropia de los fondos públicos y le roba el futuro y la ilusión a la gente”.

Para ello, insistió en la necesidad de crear un Sistema Nacional Anticorrupción, en el que presten su apoyo expertos en el tema, incluso varios de ellos encarcelados y exiliados, víctimas de lawfare por parte de la clase dominante.

“Tenemos que demostrar que esa forma de hacer política sucia, que esa forma de hacer política rastrera, que es forma de hacer política clientelar, esa forma de comprar voluntades y humillar la voluntad del pueblo ¡va a quedar en el olvido!”, agregó al medio francés.

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