Catástrofe humanitaria en Haití: el prominente legado del colonialismo

“¿Qué estamos haciendo por Haití?/ ¿Qué dónde queda, dices?/En un lugar cercado por la noche/en el inmenso cobalto del Caribe”, declama el Cantor del Pueblo venezolano, Alí Primera, en su tema “La Noche del Jabalí”, grabado en 1981. Más adelante, en esa misma canción, Primera expresa que “la noche, en este caso, es la miseria, es el hambre”.

Aunque este tema fue escribo hace más de 40 años, y se podría pensar que el panorama es otro en ese país, lamentablemente no es así. Haití sigue arrastrando la misma calamidad de hace décadas: el hambre y la miseria galopante, y constantes amenazas de invasión militar disfrazada de “ayuda humanitaria”.

La crisis actual se remota al asesinato del presidente Jovenel Moise en 2021, de mano de grupos paramilitares colombianos que guardan nexos con sectores de Estados Unidos. Desde entonces, se desató una inestabilidad política y social que ha dado pie al enfrentamiento de pandillas armadas que controlan sectores populares de la capital, Puerto Príncipe, y otras ciudades importantes.

Todo esto conllevó a la instalación de puntos de control y cortes manejados por células armadas que afectan, principalmente, a la población en general. Los haitianos de a pie son víctimas constantes de la violencia, robos, asesinatos y abusos sexuales.

Las bandas armadas controlan la distribución de combustible en terminales y puertos lo que impiden el normal suministro. Esto causa- entre otros daños- restricciones en el transporte escolar y laboral, y la movilización de unidades de alimentos y enseres necesarios para hospitales. El caos general empujó a la gente a la calle, en -medio de una fuerte represión estatal- para pedir la renuncia del actual presidente, Ariel Henry.

Esta nueva catástrofe – que acentúa una ya preexistente-, trastoca todas las esferas del pueblo haitiano y ha dejado cifras alarmantes. Solo los primeros tres meses de este año más de 1.400 haitianos perdieron la vida de forma violenta. En abril, los decesos llegaron a 600, según reporta Naciones Unidas en un informe. El organismo internacional también alerta que la violencia pudiera llegar a un punto de no retorno con el surgimiento de grupos de autodefensas, como respuesta a las pandillas armadas. Estas agrupaciones han causado la muerte de 75 personas – entre enero y marzo pasado- víctimas de linchamientos.

El vórtice violento se resiente aun más en los hogares con niños y niñas, sector que afrontan a una epidemia de hambre. Agencias de Naciones Unidas han advertido que, según datos que manejan, casi la mitad de la población haitiana está en la inseguridad alimentaria.

“La crisis del hambre de Haití, no se ve, no se escucha, ni se aborda. La violencia y los impactos climáticos ocupan los titulares, pero no escuchamos tanto sobre los 4,9 millones de haitianos que luchan por comer todos los días”, dijo la directora ejecutiva del Programa Mundial de Alimentos (PMA), Cindy McCain, citada por Europa Press.

McCain advirtió que en términos de proporción de haitianos que afrontan una inseguridad alimentaria, “esta es la segunda más grande del mundo”.

Según el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), cerca de 5,2 millones de personas de este país necesitan ayuda humanitaria, incluidos tres millones de niñas y niños. Esta agencia prevé que unos 115.00 infantes padezcan de desnutrición potencialmente mortal para fines de este año, un 30 % más respecto al 2022.

Para agravar la situación, y debido al colapso del sistema sanitario, Haití registró en octubre del 2022 una nueva ola de cólera que ha matado a 740 pacientes. El brote apareció cuando este país estuvo a punto de ser decretado libre de la enfermedad tras otra epidemia que comenzó en 2010 y se extendió por 12 años, dejando casi 10 mil muertos.

Solución soberana

Los planes de salida de este oscuro túnel contrapone a dos sectores. Por un lado, está el actual gobierno de Henry que pide una intervención militar internacional (liderada por Estados Unidos) y en la acera de al frente están las organizaciones sociales y movimientos políticos que luchan por una salida soberana sin injerencia.

Una treintena de movimientos sociales de Haití solicitaron a los líderes y jefes de gobiernos de la Comunidad del Caribe (Caricom) – que agrupa a 12 países de la región- el rechazo a una intervención militar que, según alega el gobierno de Henry, buscaría “sentar la paz”.

Las agrupaciones demandaron que el Caribe “deje de ser la caja de resonancia de las antiguas potencias coloniales esclavistas, hoy convertidas en potencias imperialistas”, reseña Prensa Latina.

De acuerdo con las organizaciones, una posible intervención “desafía el derecho del pueblo haitiano a la autodeterminación y contribuye a mantener en el poder al primer ministro Ariel Henry”, a quien califican de ilegítimo y sin capacidad para decidir en nombre del país.

Los movimientos acusaron a Washigton y a sus aliados como Canadá, Francia, así como la Organización de Estados Americanos, Naciones Unidas y la Unión Europea de aupar la conformación de grupos armados.

Ante esta misiva, el presidente de la Caricom, Phillip Davis, informó que el bloque que dirige no tiene intenciones de apoyar el envío de tropas a Haití; y ratificó que la organización aboga por una solución soberana, dialogada y pacífica, sin injerencia, para que se logre encausar a la normalidad al país isleño.

Además de violentar la soberanía y autodeterminación de Haití, otras razones de peso del rechazo del pueblo haitiano a una intervención militar recae el grave daño causado por los Cascos Azules de la ONU, desplegados por la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití entre el 2004 y 2017. Varios de los 7.000 efectivos, provenientes de 24 países, llegaron a abusar sexualmente de 2.000 niñas y niños durante ese tiempo. Varias investigaciones arrojaron que los uniformados cometieron crímenes como violación y explotación de índole sexual. Estos agentes, además, desataron la epidemia de cólera del año 2010, de la que nunca el país pudo recuperarse en su totalidad, ya que, a pocos días de casi acabarse el brote, apareció el más reciente.

Historia de un saqueo

Pero, ¿Cómo llegó este pequeño país, el primero en América Latina y El Caribe en conseguir la independencia- en 1804-, a ser uno de los territorios más pobres y golpeados del mundo? Grandes medios de comunicación y agencias de noticias internacionales señalan, de forma conveniente, que la razón recae porque Haití padece de fuertes catástrofes ambientales, como terremotos y huracanes. Alegan, además, que este territorio no posee recursos naturales explotables y, otros analistas – que rayan en la discriminación y fascismo- señalan como responsable a la “cultura religiosa” de los haitianos.

Parte de la respuesta a la tragedia haitiana está a pocos años después de la Independencia. En 1825, la excolonia francesa recibió amenazas militares por parte de Francia. El país europeo asomó a la nueva república una invasión militar y restitución de la esclavitud si esta no pagaba una cantidad millonaria (150 millones de francos, 30 veces la suma de sus ingresos) por los daños causados por la liberación. A partir de ese momento, Haití comenzó a adquirir una impagable deuda con los bancos franceses que hasta el día de hoy mantiene.

Una investigación de The New York Times estima que Haití pagó a Francia el equivalente actual de 560 millones de dólares al día de hoy. La estimación del daño que esto causó es de 115.000 millones de dólares. Pero esto solo es uno de los agravios causados a las finanzas haitianas.

Democracy Now, que cita unos reportajes del medio estadounidense, refiere que la ocupación de Estados Unidos a Haití entre 1915 y 1934 también provocó un esquema de saqueo al país caribeño. Añade, además, que Washignton estuvo detrás del golpe de estado contra Jean-Bertrand Aristide, el primer presidente electo democráticamente en Haití, ya que el político insistía en que Francia debía pagar por los daños causados.

“Después de Francia, EEUU fue probablemente el país que más jugó un papel antagónico contra el pueblo haitiano. Desde el punto de vista de EEUU, esa reacción se debió al hecho de que muchas de las revueltas de esclavos en Estados Unidos estaban impregnadas de la influencia haitiana”, sostiene el profesor Gerald Horne, profesor de Historia y Estudios Afroestadounidenses en la Universidad de Houston, e investigador sobre los efectos de la Revolución haitiana en EEUU y en la formación de la República Dominicana, en una entrevista con el portal Democracy Now.

En ese mismo espacio, Westenley Alcenat, profesor haitiano-estadounidense en la Universidad de Fordham, donde dicta cátedra sobre el comercio transatlántico de esclavos, el movimiento abolicionista en EEUU e historia afrocaribeña, denunció que en el proceso del pago de la “deuda”, a principios del siglo XX, Haití redireccionó el 80% de su presupuesto nacional a ese “compromiso”.

“El mismo presidente Franklin Delano Roosevelt fue secretario adjunto de la Marina de Estados Unidos durante la invasión de Haití (1915-1934), cuando el país se convertiría prácticamente en un protectorado estadounidense. Roosevelt además aseguró haber enmendado la Constitución haitiana para eliminar una cláusula bastante revolucionaria que les prohibía a los hombres blancos poseer tierras en Haití. Esa fue una de las primeras cláusulas constitucionales que la ocupación atacó en Haití, lo cual abrió las puertas a la injerencia externa por parte de las potencias internacionales”, dijo Alcenat.

Ambos expertos también recordaron que parte del progreso económico de Francia se financió con dinero público haitiano. Uno de estos hitos es la Torre Eiffel, que, para su construcción, recibió dinero del Crédit Industriel et Commercial, hoy Crédit Agricole, el octavo banco más grande del mundo. Esta institución manejó durante muchas décadas recursos del pueblo haitiano, a través del primer banco nacional de Haití establecido en 1880.

“Esto estaba sucediendo en un momento en que Estados Unidos, Francia, Alemania y partes de Europa occidental se estaban desarrollando rápidamente gracias al capital que extraían de muchas de sus antiguas colonias o de sus colonias actuales”, rememora Alcenat, quien se preguntó: “¿Cuál sería la historia del desarrollo en Haití hoy, si al mismo tiempo que el mundo experimentaba transformaciones industriales, como las que vemos ejemplificadas en la Torre Eiffel, se hubiera usado ese dinero que le quitaron a Haití, con el que financiaron la infraestructura francesa, para financiar en su lugar la infraestructura haitiana?”.

De esta manera, “Occidente” ha condenado a Haití al genocidio y a su total desaparición. Mientras, en el país antillano, el pueblo aun resiste y se levanta para negarse a morir.

Al final de su canción, Alí Primera dice que en Haití sí se lucha, pero aclara que en su sobrevivencia los haitianos parecen estar solos. “No permitamos que el futuro nos pregunte ¿Qué hicieron ustedes por Haití?”.

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