Refugiados palestinos, los huérfanos del mundo

Desde hace 75 años, el pueblo palestino está bajo ataque y es blanco de un genocidio por parte del estado sionista de Israel. Los enclaves de poder de Tel Aviv, apoyados y financiados por Estados Unidos, se ha dedicado a violar sistemáticamente los derechos humanos de la población del país árabe, que ha pasado a ser la víctima del exterminio más largo e ignorado de la historia.

Desde 1948, se registran ataques, bombardeos, asedio, persecusión contra los palestinos. Los que corren con más suerte han logrado huir de sus territorios hacia naciones vecinas, provocando una ola masiva de refugiados que a lo largo de la historia crece cada día.

Actualmente, luego de más de siete décadas y varios intentos fallidos de lograr frenar el genocidio, las cifras de desplazados son aun más alarmantes. El número de refugiados de Palestina ha pasado de 914.000 en 1950 a seis millones en la actualidad, informa la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), que cita datos de su aliada Agencia para Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA, por sus siglas en inglés).

La UNRWA alerta que “las personas refugiadas de Palestina representan casi la quinta parte de la población refugiada del mundo y son el grupo de población que más tiempo ha permanecido en situación de desplazamiento”.

Esos seis millones de refugiados y refugiadas de Palestina viven, en su mayoría en 58 campamentos distribuidos entre Gaza y Cisjordania (territorios palestinos), Siria, Líbano y Jordania.

DDHH restringidos

Por su cercanía, Líbano es uno de los grandes receptores de palestinos. A este país, que atraviesa una difícil situación económica con una inflación galopante, llegan por centenares cada año. Sin embargo, ser refiguado palestino en este país es todo un estigma, ya que una vez llegados ahí estas personas no pueden ejercer 39 profesiones lo que les limita a crecer en el campo laboral, agrega la UNRWA en su informe.

Tal situación los ha empujado a condiciones precarias, por lo que el 93 % de los desplazados palestinos en Líbano viven en el umbral de pobreza y 68 % de las familias de esta población vulnerable alega que ha visto reducida sus porciones de comida al día.

Ante el veto laboral y la inflación muchos palestinos se arriesgan e intentan cruzar el Mediterráneo, la fosa común a cielo abierto más grande del planeta, para tratar de llegar a Europa, en donde luego son víctimas de la xenofobia.

En el caso de Siria- país golpeado por la injerencia bélica de EEUU y sus aliados de Europa, que apoyan a grupos terroristas- la situación es una más grave. Para el 2020, se contabilizaban más de 400.000 palestinos en esta nación. De ese total, el 95 % requería de ayuda humanitaria para sobrevivir.

En Jordania viven 2.200.000 de palestinos movilizados. Aunque casi todos gocen de ciudadanía plena 140.000 que provienen de Gaza son excluídos de este derecho.

En Gaza el cuadro aun es peor. El sionismo israelí ha convertido a este pedazo de tierra de 385 kilómetros cuadrados en un campo de concentración al mejor estilo nazi al aplicarle, desde el 2007, un feroz bloqueo. La restricción, que constituye un delito de lesa humanidad, les limita la movilidad a los 1.5 millones de ciudadanos y les restriguen el acceso a alimentos y medicinas. Según la UNRWA, el 80 % de la población de Gaza necesita urgente asistencia humanitaria.

Por otro lado, los palestinos que habitan en Cisjordania son acosados por los colonos israelíes, que cada día destruyen cientos de viviendas y construyen ilegales asentamientos. Solamente en los primeros cuatro meses de 2023, unas 292 viviendas o estructuras en las que habitan palestinos han sido derribadas, lo que ha empujado a la calle y pobreza extrema a 411 personas.

Para febrero pasado, la población que vive en ilegales asentamientos israelíes en territorios invadidos llegó a 502.991 personas, infroma AP, que cita cifras oficiales.

La referida agencia de noticias señala que aunque este tipo de construcciones, que violan el Derecho Internacional, se edifican bajo cualquier tendencia que gobierne en Tel Aviv, incluso durante esos gobiernos que dicen alegar por la solución de un “Estado Palestino”.

“Todos los asentamientos son ilegales. No hay legitimidad para los asentamientos o la presencia de colonos en los territorios palestinos”, dijo Nabil Abu Rudeineh, vocero del presidente palestino, Mahmud Abás, citado por AP. “El incremento en el número de colonos es el resultado de las políticas del gobierno israelí que no cree en la solución de dos estados”, añade.

En Cisjordania, los israelíes someten a los palestinos a un sistema de apartheid que les veta los derechos básicos y limita el acceso a los servicios públicos.

“No sé como duermen viendo a miles morir”

“Los refugiados pagamos los platos rotos de todo el mundo. El si no estás conmigo, estás contra mí”, dijo Ahmed Abuzubadia, palestino de Gaza, quien pudo salir de ese asediado territorio en el año 2000 rumbo a Irak. Una vez fuera se convirtió nuevamente en desplazado y víctima de persecución por la invasión estadounidense.

“Los estadounidenses nos identificaron a los palestinos como militares o voluntarios que estábamos en contra de la ocupación”, refiere, según cita una nota de la Comisión Española de Ayuda al Refiguado.

El escenario bélico del 2003 lo forzó a regresar a su casa en Gaza. Allí colaboraba con una ONG ayudando a mujeres y a niños. Sin embargo, Ahmed se trazó la meta de volver a salir de ahí, pero para lograrlo – a través del punto migratorio en la frontera con Egipto, que se abre cada seis meses- necesitaba grandes sumas de dinero para sobornar a agentes.

“En la Franja, tu vida peligra diariamente (…) al ser activista asumes el riesgo añadido de ser perseguido personalmente”, narraba en 2020 Ahmed cuando tenía 32 años, edad en la que pudo conseguir una ciudadanía en España y donde vive ahora. Desde Europa, lamenta la postura de los líderes de Bruselas que se dedican, cada día, a cerrar las puertas a otros refugiados.

“No sé cómo duermen viendo las miles de personas que están muriendo por la falta de vías legales y seguras. Sinceramente, creo que no piensan que los refugiados y migrantes son seres humanos”, lamenta.

En Gaza quedó su familia, un territorio azotado por el sionismo en “donde se violan los derechos todos los días, como la libertad de movimientos, estudiar o incluso comer”.

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