2023: Año de reorganización contra el neofascismo

Durante las últimas dos décadas, en el mundo se ha acentuado la lucha legítima que tienen los pueblos de América Latina y El Caribe por su soberanía y autodeterminación. Esos años, con las revoluciones bolivariana, cubana y la sandinista al frente, abrieron la puerta a una era de correlación de fuerzas favorable a la izquierda y a gobiernos progresistas. Sin embargo, durante un tiempo, las oligarquías tomaron aliento, asestaron golpes y lograron instaurar y recuperar bastiones importantes que ahora, con los pasos dados este 2022, parecen reorientarse a favor de los pueblos. No obstante, con “occidente” en plena decadencia imperial, estos espacios se encontrarán con importantes retos a superar en 2023 y en los años que están por venir.

Desnazificar Ucrania

A principios de año 2022 en Europa, el creciente ultranacionalismo en Ucrania –aupado sigilosamente por los gobiernos de la Unión Europea y Washington– preocupaba a Moscú y las repúblicas populares en el Donbás, en donde los rusoparlantes eran hostigados por el régimen de Vladimir Zelensky, desde Kiev.

Las declaradas repúblicas populares de Lugansk y Donetsk denunciaban asesinato y exterminio en esta región localizada en el este de Ucrania que hace frontera con Rusia. Así, el 24 de febrero, el mandatario ruso, Vladimir Putin, activa un operativo especial militar con la intención de desnazificar y proteger a la población rusa.

Este operativo desató la furia de los gobiernos de la Unión Europea (UE) y de Estados Unidos (EEUU), aliados del ultraderechista Zelensky, quien desde entonces ha pedido sanciones contra Moscú, armas y municiones.  Así, desde hace casi 10 meses, “occidente” –a través de la OTAN y el Pentágono, así como varios gobiernos de Europa– ha enviado arsenales mil millonarios a Kiev. A su vez, aplicaron ilegales sanciones que impactaron fuertemente al mercado de energías a la par que la inflación e índice de precios repuntó deterioró la estabilidad del ciudadano europeo. En pocas semanas, los gobiernos de “occidente”, en su empeño en apoyar Zelensky, trastocaron la seguridad alimentaria, energética y de paz a escala global.

El frente abierto desde entonces ha desnudado las intenciones de Bruselas, Londres y Washington, ejes de poder que se arriman, sin guardar las formas, hacia la extrema derecha, una posición que se evidencia en el renacer de corrientes neonazis y profascistas (Italia, Alemania y España), y que podrían ser carburantes para procesos eleccionarios en el 2023.

Paz total y diálogo

Por primera vez en su historia republicana, Colombia es gobernada por un presidente de izquierda, Gustavo Petro, quien derrotó en primera y segunda vuelta (29 de mayo y 19 de junio, respectivamente) a las viejas fuerzas uribistas. Desde agosto, cuando asumió el líder del Pacto Histórico, el escenario se reconfiguró en la región, en especial con Venezuela. Petro pasó a reconocer al presidente legítimo de su vecino país, Nicolás Maduro, y se hicieron los trámites para devolver al pueblo venezolano Monómeros, petroquímica que se encontraba secuestrada por el ahora expresidente Iván Duque. De igual forma, se hicieron las gestión para abrir, el 26 de septiembre, la frontera común –cerrada desde hace 7 años por injerencia hacia Venezuela por parte de la derecha bogotana– y se dinamizó el comercio entre ambas naciones.

Bajo la premisa de Paz Total, Petro amplió el abanico de diálogos con grupos insurgentes y retomó el proceso de negociación con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) que había sido saboteado por Duque y el expresidente de Ecuador, el derechista Lenin Moreno.

En esta línea del diálogo también retomó Venezuela. El presidente Maduro y un sector de la derecha venezolana reactivaron el mecanismo de conversaciones de México, que también estuvo congelado desde el 2021, cuando EE.UU. secuestró al diplomático y representante del gobierno en la mesa, Alex Saab, aun injustamente tras las rejas.

El diálogo político en Venezuela se da en torno a los acercamientos entre todas las fuerzas productivas – pequeñas y grandes empresas públicas y privadas-, que han reconducido a este país por el renacer económico, uno de los sectores más golpeados por las 927 medidas coercitivas unilaterales. De esta forma, la Comisión Económica para Venezuela y El Caribe (Cepal) proyecta para esta nación una tasa de crecimiento de 5 % en 2023.

Lula: tercer tiempo

Otro espacio en donde la derecha salió derrotada fue en las elecciones en Brasil. Luiz Inácio Lula Da Silva venció en las urnas electorales al ultraderechista, y actual mandatario, Jair Bolsonaro, quien dejará el Palacio de Planalto el 1ero de enero próximo. Sin embargo, Bolsonaro deja una herencia que será todo un reto para Lula: altos niveles de deforestación en la Amazonía (la destrucción de esta selva ha aumentado desde el 2021 en 73 %), un país fuertemente armado (con 4.4 millones de armas) una acentuada división política (que está marcada por la xenofobia y racismo), sin contar con la posible expoliación del tesoro público, por los escándalos de corrupción alrededor del actual gobierno.

En las pasadas elecciones de Brasil, el pueblo también escogió a sus representantes al Congreso. Allí la derecha supera a las fuerzas de izquierda, por lo que Lula tendrá que remar a contracorriente durante su próximo mandato. De los 513 escaños de la Cámara de Diputados, 157 son de diferentes coaliciones y partidos que se inclinan a favor del líder del Partido de los Trabajadores, mientras que 356 pertenecen a organizaciones de ultraderecha y centroderecha que se identifican en mayor o menor medida con el bolsonarismo. En el Senado, ocurre también algo similar: 20 de los 81 puestos, lo ocuparán fuerzas pro Lula, y 61 serán bolsonaristas.

No obstante, ya Lula ha anunciado que retomará la inversión social, reactivará las medidas de protección del Amazonía, y aseveró que su gestión estará marcada por una fuerte inclusión a los afrodescendientes e indígenas. De igual forma, dijo a partir del 2023 retomará las relaciones con Venezuela y hará lo posible por sacar a Brasil del Mapa del Hambre de la ONU.
 
Refundar la Unasur

La llegada de ambos gobernantes a sus presidencias podría representar la reactivación de mecanismos de integración que estuvieron solapados por la derecha regional, en clara supeditación a intereses de la Casa Blanca. Analistas consideran que el año 2023 se podría vislumbrar nuevamente la Unión de Naciones Suramericana (Unasur) como eje unificador y se evidenciaría aun más el fortalecimiento de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP).

Sin embargo, los pueblos del sur tendrán importantes tareas que asumir para los próximos meses, como la reconfiguración política para finales del 2023, cuando concluya el actual gobierno del presidente de Argentina, Alberto Fernández y, por ende, de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner (CFK).

Los movimientos y partidos sociales peronistas tienen un su horizonte concretar una agenda unificadora para derrotar al creciente macrismo (sectores del expresidente Mauricio Macri), fuerza política que busca proscribir e incluso eliminar físicamente a CFK, tanto con un lawfare, como por la violencia, tal y como fue testigo el mundo entero en septiembre pasado, cuando un sujeto disparó dos veces –y sin éxito– un arma en la sien de la líder del Senado.

CFK ha denunciado que todo se trata de una componenda mediática, judicial y criminal que no solamente trata de inhabilitarla y desaparecerla, sino que persigue erradicar a los movimientos de izquierda de Argentina.

Aunque los pueblos de la región tienen el destino en sus manos, los nuevos y consolidados líderes de izquierda no deben perder de vista que el imperialismo tratará de socavar todo proceso soberano, como ocurrió recientemente con el presidente peruano, Pedro Castillo. Esta amenaza es cada vez mayor con el resurgimiento de la ultraderecha en EE.UU. que podría retomar el control de la Casa Blanca en 2024.

El analista y lingüista estadounidense, Noam Chomsky, advirtió recientemente a los movimientos, organizaciones sociales y pueblos del mundo que aun vale la pena luchar por un planeta más justo y equitativo.

“Ha habido una historia continua de luchas valerosas y de resistencia (…) en todas partes del mundo las vemos, en Chiapas, en México; en Brasil, en Bengala occidental, en Líbano. Vemos gente que está en las peores condiciones que sigue luchando valerosamente por defender su dignidad. Ahí está el camino hacia el futuro de la humanidad”.

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