Irán, Rusia y Türkiye protagonizan la última foto del nacimiento de un mundo multipolar

Una histórica cumbre en Teherán, capital iraní, fue el escenario para que el país anfitrión, Rusia y Türkiye afianzaran un modelo de cooperación en materia de seguridad en la región, con Siria como principal tema en la mesa.

En Irán, los presidentes Ebrahim Raisí, Vladímir Putin y Recep Tayyip Erdogan emitieron una declaración conjunta donde confirmaron que seguirán desarrollando los procesos de paz iniciados en Astaná (capital kazaja, renombrada Nursultán), en 2017, mientras cooperan “para eliminar a los terroristas” y los poderes euroasiáticos “no aceptarán nuevos hechos en Siria en nombre de la derrota del terrorismo”.

Putin, en su discurso, denunció que Estados Unidos y sus vasallos occidentales “están alentando fuertemente el sentimiento separatista en algunas áreas del país y saqueando sus recursos naturales con vistas a, en última instancia, separar al Estado sirio”.

Recalcó además que Irán, Rusia y Türkiye trabajarán de manera conjunta para “estabilizar la situación en esas áreas” de inestabilidad producto de la injerencia directa estadounidense y su apoyo a los yijadistas invasores, con el fin de “devolver el control al gobierno legítimo de Siria”.

El rechazo a la guerra impuesta en Siria sirvió de marco para una reunión trilateral de suma importancia para la dinámica multipolar en el Sudoeste Asiático y Eurasia en general, puesto que la reunión en Teherán se dio apenas pocas semanas luego de la VI Cumbre del Caspio, que congregó a los mandatarios de Azerbaiyán, Irán, Kazajstán, Rusia y Turkmenistán.

La cuestión trilateral

Se debe tomar en cuenta las relaciones existentes entre un país y otro, en el caso de los que asistieron a Teherán. La ecuación de Estados disímiles entre sí pero con un objetivo en común en términos de cooperación securitaria da una perspectiva de que el momento unipolar de Estados Unidos en Medio Oriente ha muerto y, asimismo, la emergencia de un nuevo modelo de colaboración está consolidándose.

Irán y Türkiye comparten la visión de una civilización islámica vigorosa y con voz y voto en el escenario internacional. Türkiye y Rusia comparten una relación económica y comercial importante mientras mantienen un plano de cordialidad coherente hacia la gestión de conflictos (casos Siria y Ucrania). Irán y Rusia tienen una asociación estratégica tanto en el plano geopolítico como geoeconómico.

El punto de discordia se encuentra en las operaciones turcas en Siria, que no han buscado el consentimiento de Irán y Rusia, sino que más bien tiende a la unilateralidad a pesar de llegar a algunos acuerdos en materia de seguridad desde aquellas reuniones en Astaná en 2017. Los intereses de Erdogan en el norte de Siria consisten en la eliminación de la insurgencia kurda, la cual es vista por Ankara como un problema de seguridad nacional.

Es paradójico debido a que Türkiye es un país miembro de la OTAN y esta misma organización, liderada por Estados Unidos, apoya la lucha del Kurdistán en distintas latitudes de la región medioriental. Sin embargo, el Estado turco ha asumido una posición de renegado dentro la alianza atlantista, en tanto no se ha comprometido con los lineamientos establecidos por Occidente en relación a Rusia y la guerra en el Dombás.

De hecho, Türkiye no se considera parte de Occidente, sino un poder de liderazgo regional con alcance global. De ahí su actitud cuasi-independiente dentro de la OTAN, siendo el segundo ejército más grande de la alianza.

Y, en el marco de la cumbre, el ayatolá Alí Jameneí acentuó su rotundo rechazo a las políticas imperiales de la OTAN, lo que debe considerarse como una declaración oficial del Estado de la República Islámica de Irán. No hay sorpresas aquí.

La gran estrategia rusa

Rusia, siendo el poder emergente más grande de los tres, tuvo reuniones con los máximos líderes reunidos en Teherán.

Mientras que Putin no termina de convencer a Erdogan de que su país se integre a los planes de integración euroasiática, tampoco rechaza su amistad errática, teniendo en cuenta la mencionada posición turca frente a la OTAN y las endebles relaciones entre Washington y Ankara.

Pero, en términos estratégicos, hubo un afianzamiento de la relación iraní-rusa. Se anunció la firma de un acuerdo de 40 mil millones de dólares entre la Compañía Nacional de Petróleo de Irán y Gazprom, la mayor empresa gasífera de Rusia, que viene siendo el mayor acuerdo energético en la historia de Irán.

En un momento álgido de los precios energéticos, y con Europa en pleno proceso de declive en su soberanía respecto a Estados Unidos, este paso es importante desde el punto de vista estratégico, pues enlaza la pata gasífera a los acuerdos de largo alcance existentes entre la República Islámica de Irán, la República Popular China y la Federación Rusa, los principales nodos de la integración euroasiática.

Los nuevos corredores comerciales dentro de los márgenes de la Unión Económica Euroasiática, los tratados económicos y financieros en el seno de los BRICS+, la Iniciativa de la Franja y la Ruta en continua expansión, son los denominadores comunes de estos tres poderes, e incluso involucran en cierta parte a Türkiye.

De ahí que la cumbre en Teherán constituya una foto de la actualidad multipolar en ascenso.

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