América Latina ha sido una de las zonas geográficas en las que más ha crecido la población migrante en los últimos 30 años. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), entre 1990 y 2020 este sector poblacional pasó de 7 millones a 15 millones. Esta masiva movilización tiene diversos orígenes que los grandes medios evaden y solo narran la “verdad” conveniente.
Las grandes corporaciones instrumentalizan la migración con fines políticos y omiten que las recetas neoliberales que Washington ha impuesto en la región durante décadas –que incrementaron la pobreza, desigualdad y violencia-, así como la imposición de bloqueos y mal llamadas sanciones sean la raíz del problema.
Uno de los escenarios más precarios y desiguales en el mundo es Centroamérica. Con casi 50 millones de habitantes, esta región – marcada por políticas neoliberales- ha estado signada por la pobreza. En Honduras el indicador llega a 73 %, en Guatemala a 60 %, mientras que Costa Rica alcanza el 26.2 % y en El Salvador el 22.8 %, según organismos multilaterales.
Y son precisamente los individuos de estas nacionalidades las que mayormente se movilizan hacia Estados Unidos (EEUU) en búsqueda de mejor calidad de vida, oportunidades laborales y seguridad. Sin embargo, muchos de ellos afrontan, posteriormente, discriminación, maltratos, xenofobia e incluso asesinatos.
De acuerdo con cifras oficiales de la Oficina de Aduanas y Frontera Sur de EEUU – y difundidas por el Banco Mundial-, en 2021, aproximadamente el 44 % de las personas provenientes de Guatemala, El Salvador y Honduras eran adultos en busca de oportunidades, el 40 % eran familias en busca de una vida más digna, y cerca del 16 % menores sin acompañantes (es decir, 122,000 niños, niñas y adolescentes).
Una realidad nada distinta se vive en Suramérica, en donde ciudadanos de Colombia, Venezuela, Ecuador, Brasil – e incluso de otros continentes- buscan llegar hasta Norteamérica. En los últimos años, el tránsito más álgido, y a pie, se registra en la selva del Daríen entre Colombia y Panamá. Aunque por este peligroso corredor transitan migrantes de varias partes de mundo, el foco mediático está sobre la población venezolana, lo que obedece a un patrón que busca malponer, en las redes digitales, al gobierno venezolano.
Lo que no cuentan los medios -y los llamados influenciadores- es que la mayoría de estos ciudadanos venezolanos se han visto forzados a dejar a su país, huyendo del impacto de las más de 900 Medidas Coercitivas Unilaterales (MCU) que impuso tanto Washington como la Unión Europea, y que entorpecen el disfrute de los Derechos Humanos de la población, como agua potable, salud y educación.
Estas mal llamadas sanciones “han exacerbado la situación económica y humanitaria, e impedido que los ingresos y el uso de los recursos permitan desarrollar las infraestructuras y llevar a cabo programas de apoyos sociales; han tenido un efecto devastador en toda la población de Venezuela”, denunció en 2021 la relatora especial de la ONU, Alena Douhan en un informe presentado ante el Consejo de Derechos Humanos de dicha instancia internacional.
En el Daríen también se moviliza una cantidad importante de haitianos, quienes han intentado escapar, durante años, de la pobreza – indicador que se ubica en esta nación insular en más del 60 % de la población- y de la inestabilidad social y política producto del injerencismo de EEUU y Europa. Al cuadro se le suman epidemias y catástrofes naturales que han golpeado a Haití, convirtiéndola en el país más pobre del Caribe y de la región y, por ende, en el protagonista de uno de los éxodos más grandes y silenciosos del planeta, que nada parece importar a la mediática mundial.
Entre enero y abril de este año, más de 127.000 migrantes atravesaron el Daríen, siendo la nacionalidad venezolana la más numerosa con 55.589 sujetos, seguida de Haití (28.610), Ecuador (16.992), Colombia (3.836) y la India (2.791), según las estadísticas del Servicio Nacional de Migración (SNM) de Panamá, difundidas por varios medios.
