Siempre estarás, querido Pablo

Aunque el músico Pablo Milanés nació en Cuba, sus composiciones y riquísimo legado traspasaron fronteras, edades y generaciones. Y hoy, 22 de noviembre, cuando partió físicamente de este plano, su público, que se extiende desde México hasta la Patagonia y llega a todos los rincones, lo llora y recuerda como una de las más grandes voces del mundo artístico.

Nacido en Cuba el 24 de febrero de 1943, Pablito – como era llamado- recuerda que siempre mantuvo contacto con la música gracias a la enorme influencia de sus padres y al hervidero de creadores y compositores que era la isla durante la década de 1940 y 1950.

“Cuando yo tenía aproximadamente 11 años, estudiaba piano en el Conservatorio Municipal de La Habana. Mi madre quería que yo fuera concertista o, cuando menos pianista acompañante. Entonces un día pasé por un bar y me encontré a un trovador y cantamos algunas canciones y llegué realmente enloquecido a la casa. Le dije a mi madre que quería una guitarra y ella se sacrificó y me la consiguió, y así fue que tuve yo mi primer instrumento”, llegó a contar.

El artista recordó que en el momento que tomó esa guitarra, y bajo la rica influencia musical del filin y el jazz, se abrió camino a la composición y creó, junto a otros músicos de su generación, la Nueva Trova Cubana.

Comienzo y final de una verde mañana, Años, Ya ves, Yo no te pido, Hoy la vi, Para vivir y Yolanda, son algunos de los himnos que pasaron a ser parte de la identidad latinoamericana y de la música en español.

También formaron parte canciones con marcada influencia política de la era que le tocó vivir, como la Revolución Cubana en 1959 y el golpe de Estado en Chile en 1973.

“Yo creo que en la generación nuestra hubo una frescura, que fue interpretar el tiempo que nosotros estuvimos viviendo, y en la medida que lo vivimos y que fuimos auténticos nosotros fuimos capaces de proyectar aquel tiempo”, expresó.

“Yo pisaré las calles nuevamente/De lo que fue Santiago ensangrentada/Y en una hermosa plaza liberada/Me detendré a llorar por los ausentes”, le cantó a Chile tras el inicio de la sangrienta dictadura de Augusto Pinochet.

Aunque Pablo llegó a marcar diferencias con el gobierno cubano su enorme sensibilidad social quedó intacta, postura que siempre fue respetada por La Habana y su pueblo en la isla, quienes lo siguieron adorando y a quienes el artista continuó ofreciendo recitales a casa llena.

“Creo que existe inspiración cuando uno se levanta un día y se siente con condiciones anímicas y espirituales para realizar una obra artística, pero creo más en el oficio, la técnica, el tesón”, dijo. Y al parecer, esas condiciones eran inatas en Pablo. Con mucha facilidad era capaz de plasmar hermosos verbos al amor y a la vida, y, con una muy fina situleza, levantaba su voz contra antivalores como machismo, la homofobia y el racismo.

Ya siendo una leyenda de la música latinoamericana, con un centenar de discos publicados, le dedicó al filin seis volúmenes, en los que interpretó a los cubanos y maestros José Antonio Méndez, a Marta Valdés y a César Portillo de la Luz, entre otros grandes compositores.

Entre 1969 y 1974 pasó por el legendario Grupo de Experimentación Sonora del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos, bajo la dirección del maestro Leo Brouwer, al que pertenecieron también Silvio Rodríguez, Noel Nicola, Eduardo Ramos, Sergio Vitier, Emiliano Salvador o Sara González, entre otros.

El objetivo de esta agrupación era reunir a creadores que estaban dispersos, y realizar un trabajo colectivo, analítico, profundo, político y social, de la música popular.

El trabajo consagrado allí cuajó perfectamente en la Nueva Trova, género que ha sido emblema musical de la izquierda latinoamericana durante muchas décadas y hoy día.

Pablo narraba en un documental que nunca pudo superar los nervios que sentía antes de subirse al escenario. Para dejar atrás ese miedo, “canto para mi mismo sin olvidar a ese público que me escucha”.

Ya con su partida, ese mismo público no olvidará sus canciones y versos. Todo lo contrario, las nuevas juventudes los versionarán y los harán para sí, porque ese es el fin último del arte, trascender como lo hizo Pablo.

Con su fallecimiento, producto de una complicación de salud, “desaparece físicamente uno de nuestros más grandes músicos. Voz inseparable de la banda sonora de nuestra generación”, escribió el presidente cubano, Miguel Díaz Canel.

“Es dolorosa la partida física del cantautor Pablo Milanés, uno de los pilares de la Nueva Trova, quien con su imperecedera obra musical prestigiará siempre la cultura cubana”, expresó asimismo el canciller cubano, Bruno Rodríguez.

En esta línea también se pronunció el presidente venezolano, Nicolás Maduro, quien aseveró que «el mundo de la música y la cultura latinoamericana y caribeña ha perdido a un grande de la trova». «Sus hermosas letras y su canto, trascenderán a la inmortalidad», añadió el mandatario

El verbo de Milanés «ha de trascender el tiempo para impedir el olvido», dijo por su parte el ministro de Cultura de Venezuela, Ernesto Villegas.

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