Con la certeza y lealtad de Hugo Chávez

Han sido diez años sin la presencia física del Comandante Hugo Chávez. Su fuerza de voluntad, inteligencia estratégica, pensamiento y praxis anticapitalista y liderazgo inusual son extrañados en Venezuela, la región latinocaribeña y el resto del mundo, sin duda. Pero dejó en el campo de batalla una muerte florida, parafraseando al cantautor Gino González, con un chavismo que ha sabido sortear todos los embates mientras se ha consolidado en el terreno político, a pesar de los cercos y las asfixias dirigidas por el hegemón.

Una década de violencias, de distinto tipo y gradación, han marcado a un país que tiene
la determinación de seguir por una senda de autodeterminación y emancipación, a pesar de todos los planes imperiales, encubiertos y abiertamente confesados, para devolverlo
a la ecuación de “perro simpático” de Estados Unidos (Kuczynski dixit).

Bajo la conducción del presidente Nicolás Maduro, Venezuela sigue siendo faro y pivote de una región que vuelve a experimentar un segundo ciclo progresista, aunque de nuevo cuño, con algunos actores políticos bajo cierta impronta alejada de la izquierda revolucionaria que caracterizó a la de la primera década del siglo XXI y más a tono con lo pregonado diplomática e ideológicamente con la actual administración de Joe Biden y el Partido Demócrata. Esa progresía intenta deslastrarse del chavismo, el sandinismo y el castrismo aun cuando éstos son los pioneros antiimperialistas que aún siguen de pie
en esta parte del mundo.

(Foto: Prensa Presidencial)

Y sin embargo América Latina y el Caribe también viven una transición hacia un momento geopolítico y, por qué no, geoeconómico a tono con los cambios tectónicos que vive el globo, a raíz de una ráfaga de agresiones de Washington en su desesperación por no perder las cuotas de poder que viene acumulando desde la Segunda Guerra Mundial. La guerra total que Estados Unidos y sus socios de la OTAN libran contra Rusia está modificando el paradigma de las relaciones internacionales como lo hemos conocido desde el fin de la Guerra Fría, y tanto Venezuela como Nicaragua y Cuba están insertos en esa dinámica con papeles protagónicos en la región.

A un año del inicio de la operación militar especial llevada a cabo por la Federación Rusa en Ucrania y el Donbass, la geopolítica y la economía global están transformándose hacia un novel modelo de relaciones entre Estados (multipolar y pluricéntrico), en un contexto de crisis sistémica y estructural del capitalismo neoliberal en el que los clanes oligárquicos y grandes corporaciones de Estados Unidos y Europa pierden
la preeminencia ante competidores con otra lógica política y económica, diferente a los modos de acumulación y explotación occidentales, en Eurasia y Asia oriental.

China y Rusia están sirviendo la mesa para que se plantee ese otro mundo posible que viene preconizándose desde hace más de diez años, y nosotros, desde Venezuela y otras latitudes regionales y globales, estamos siendo testigos y protagonistas de ese cambio, aun cuando retumbe la desesperación de un imperio ya en estado de demencia senil. El mundo pareciera virar hacia lo que alguna vez Hugo Chávez avizoró.

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