Castillo fue trasladado de forma exprés a penal de máxima seguridad

El expresidente de Perú, Pedro Castillo, fue destituido este miércoles 7 de diciembre de forma exprés, y por la vieja clase política dominante en el Legislativo, luego de su anuncio de disolver el Congreso y la instalación de un gobierno de emergencia, proceso avalado en la Constitución. Muchos líderes, movimientos y analistas consideran que todo se trata de un golpe de Estado, aunque otros alegan que el ahora exmandatario violentó la Carta Magna.

De forma inmediata, Castillo fue trasladado a la Dirección de Operaciones Especiales (Diroes), en donde espera una decisión de si es o no acusado por la Fiscalía por varios delitos, informa Telesur, medio que agrega que en esta misma sede está el expresidente derechista Alberto Fujimori, preso por varios casos de corrupción y violación de los derechos humanos.

Castillo fue trasladado a ese penal, luego de permanecer más de 8 horas en la Prefectura de Lima, la capital, acompañado de resguardo policial. Todo esto ocurrió en medio de una convulsión en el Congreso, en donde se votaba por su destitución.

Mientras fue llevado al Diroes, un equipo de la Fiscalía – liderado por la fiscal general, Patricia Benavides-, y de la Policía Nacional, ingresó al Palacio de Gobierno, para recabar “evidencias” de los delitos que se le imputarán a Castillo: “rebelión y conspiración”.

De igual forma – añade Telesur – la Fiscalía allanó algunas sedes ministeriales para consignar más “pruebas” contra el exmandatario detenido.

La medida de Castillo no consiguió la aprobación del alto mando militar, de varios integrantes de su gabinete – que renunciaron masivamente- ni de la Policía Nacional, Poder Judicial y Tribunal Constitucional. Meses antes, Castillo fue expulsado del partido que lo llevó al poder, Perú Libre, por – según alegaron- presentar “un programa neoliberal perdedor”.

Horas después de su destitución, el Congreso se reunió en emergencia y aprobó el pedido de vacancia – el tercero presentado en 16 meses de gobierno- por presunta “incapacidad moral”. En esa misma jornada, fue juramentada como presidenta la vicemandataria Dina Boluarte, quien en su primer discurso llamó a la “unidad” y pidió “tregua política”.

Horas antes Castillo – aun siendo Presidente- advirtió que en poco más de un año que asumió el poder, la derecha agrupada en el Congreso ha fijado un solo tema en la agenda: sacarlo de la Presidencia.

“Llevamos más de 16 meses de continua y obcecada campaña de ataques sin cuartel a la institución presidencial, situación nunca antes vista en la historia peruana”, dijo.

Estos grupos, que obedecen a grandes monopolios y a intereses racistas, se dedican es a incentivar la obstrucción constantemente, alertó.

Para este sector de la derecha – añadió en su discurso- “no es posible que un campesino gobierne al país y lo haga con preferencia a la satisfacción de acuciantes necesidades de la población más vulnerable”.

La “destitución” de Castillo tuvo el respaldo de la derecha peruana, en especial de Fuerza Popular, el partido extremista liderado por Keiko Fujimori, candidata presidencial tres veces perdedora. También recibió el espaldarazo del secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, brazo de Estados Unidos en la región que ha avalado golpes de Estados, como el ocurrido en 2019 en Bolivia. Ambos voceros también manifestaron su apoyo a Boluarte.

Por el escenario violento y en la forma en que se desencadenaron los hechos, varios Líderes de izquierda denominan lo ocurrido como un golpe de Estado.

El expresidente boliviano, Evo Morales, ha advertido que en 48 horas la derecha regional ha asestado dos duros zarpazos contra piezas claves en América Latina, en referencia a Castillo y a la condena, sin pruebas, que pesa ahora sobre la vicepresidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner.

“Los pueblos libres de la Patria Grande encaramos el desafío de una profunda reflexión con claridad ante la historia y esta nueva arremetida del imperialismo. Debemos permanecer unidos y nunca rendirnos. Los derechistas enemigos del pueblo no aceptan gobiernos antiimperialistas”, escribió en un mensaje vía Twitter.

En otro advirtió que esta crisis fue provocada “por la conspiración permanente de la derecha fujimurista y medios derechistas”. “Comprobamos una vez más que la oligarquía peruana y el imperio estadounidense no aceptan que líderes sindicales e indígenas lleguen al gobierno para trabajar por el pueblo”, agregó.

En esta línea se pronunció el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quien pidió el respeto a los derechos humanos de Castillo. “Consideramos lamentable que, por intereses de las élites económicas y políticas desde el comienzo de la presidencia legítima de Pedro Castillo, se haya mantenido un ambiente de confrontación y hostilidad en su contra hasta llevarlo a tomar decisiones que le han servido a sus adversarios para consumar su destitución”.

El mandatario de Colombia, Gustavo Petro, también denuncia que la derecha peruana intentaba un golpe y criticó que Castillo se haya distanciado del pueblo. “Pedro Castillo por ser profesor de la Sierra y presidente de elección popular fue arrinconado desde el primer día. No logró la movilización del pueblo que lo eligió, se dejó llevar a un suicidio político y democrático”, escribió en la red digital.

“Una transformación democrática de un país implica la plena movilidad de su sociedad. Separarse del pueblo y pensar el gobierno como un simple ejercicio tecnoburocrático, no lleva sino a la derrota histórica”, añadió Petro.

Foto: Cortesía

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